"Mi casa de madera es la más hermosa de todas": una mamá responde a quien ha criticado la pobreza de su casa
Ser discriminados por las personas obtusas e ignorantes es una de las cosas más desagradables que pueda ocurrir en la vida; no solo ser discriminados nos vuelve vulnerables y no aceptados por la sociedad, sino que puede comprometer también nuestra autoestima. Sin embargo hay quien se cae y quien en cambio levanta las mangas y no se desanima, afrontando con la cabeza alta las opiniones de los demás. Esta es la historia de una mujer que no ha querido escuchar las habladurías de los demás y ha demostrado al mundo que las maldades no van a ninguna parte.
Las maldades de las personas han herido el orgullo de Ana Belén Loor, una mujer de Machala en Ecuador, que ha tenido que luchar contra la ignorancia y el prejuicio. Ana de hecho había posteado en las redes sociales las imágenes y el video que la mostraban a ella y las hijas en el interior de su casa de madera; una casa simple, sin muebles de lujo o aparatos particularmente tecnológicos. Por lo que parece estas imágenes han molestado a muchos usuarios...
Lo que los usuarios han criticado ha sido de hecho la ostentación de la aparente "pobreza" de la casa de Ana y de las hijas sobre las redes sociales, una simple casa de madera, sin particulares lujos o modernidad; incluso es impensable que hoy día las personas critiquen con maldad las elecciones de vida de una persona, sin quizás conocer la situación donde se encuentra. Pero lamentablemente es lo que ha tenido que afrontar sobre las redes la pobre Ana.
La respuesta de la mujer sin embargo, no se ha hecho esperar, visto que ha tenido que aclarar a todas estas habladurías que en el interior de su casa reinan el respeto y la educación, antes que la riqueza: "A quien ha criticado mi casita, les digo que no me averguenzo de vivir aquí, porque es la cosa más hermosa que pueda existir en el mundo!"
Palabras sabias y cargadas de significado las que ha dicho Ana, una mujer de la casa y una mamá que no ha tenido miedo de afrontar con el pecho las habladurías de las personas que no conocían seguramente la situación económica en la que ella vivía.
Esta historia nos recuerda todavía una vez más que la verdadera riqueza no es la económic, no está hecha de objetos tecnológicos de última generación, de vestidos llamativos o de comida refinada, la verdadera riqueza es la que llega directamente desde el corazón y de nuestra capacidad de vivir la vida con respeto y educación.