Todos los secretos del arbol de la muerte, la planta mas peligrosa de la tierra
Les ha ocurrido alguna vez de hacer un paseo por el campo o en un parque y de tropezarse con un arbol desconocido cargado de jugosos frutos? Bien, sepan que en estos casos con la naturaleza no se bromea, y que saborear el fruto equivocado puede resultar una pesadilla!
A tal proposito queremos presentarles una especie de arbol que se ha ganado el apelativo de "arbol de la muerte": acercarse a ello o de hecho saborear los frutos puede tener efectos desvastadores. Veamoslo uno a uno.
La planta se llama Hippomane Mancinella y a convertirla asi de peligrosa es la fuerte presencia de forbol, compuesto organico de origen vegetal extremadamente toxico.
Para hacerlo peligroso, contribuye los aspectos físicos atractivos: su olor es interesante, los frutos son dulces y jugosos, sus hojas ofrecen mucha sombra y refugio ... Es una pena que las toxinas que contiene causen una agonía lenta e inexorable que puede llevar a muerte.
Ya solo repararse debajo de su mechera causará irritación en los ojos y la piel, pero lo peor sucede en el caso de la lluvia: el agua se descompone, de hecho, el polen presente en la mechera y cae al suelo cargada de toxinas corrosivas.
Ni siquiera su corteza es inofensiva: al tocarla te sientes fuertemente irritado, y si quieres usarla como leña debes estar preparado para tener dificultades respiratorias y visuales debido al humo humeante.
Dick Culbert/Wikimedia
Obtenemos los frutos: cada uno de ellos contiene una altisima cantidad de veneno. Si es ingerido, en el arco de 10 minutos provoca escozor fuertisimo al esofago y una inflamacion del aparato digestivo con vomito y diarrea.
Porque nada en su aspecto hace presagiar estas consecuencias desastrosas, alla donde es posible viene señalado de manera evidente con el fin de evitar desagradables accidentes.
El árbol es originario de América Central y las islas del Mar Caribe, pero también se puede encontrar en Florida y Estados Unidos.
Al respecto, queremos recordar el testimonio del explorador John Esquemeling, quien en 1678 dijo: "Un día me atormentaron los jejenes y los mosquitos, haciendo caso omiso de la naturaleza de este árbol, arranque una rama para usarla como abanico: mi cara estaba hinchada y lleno de ampollas, parecía quemarme y estuve ciego durante tres días ".