No esperar que sea el tiempo a sanar las heridas: eres tu en decidir cuando es hora de curar tu dolor

por Patricia Zorzenon

01 Enero 2019

No esperar que sea el tiempo a sanar las heridas: eres tu en decidir cuando es hora de curar tu dolor
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A menudo escuchamos que el tiempo cura las heridas, pero cada uno de nosotros sabe cuánto no siempre es cierto. ¿En estos casos es el momento en que no está cumpliendo con su deber? En realidad no: somos nosotros los que no queremos dejar ir el pasado, pero nos aferramos a él dejándonos transportar lejos del momento presente.

Cuando permanecemos anclados a un hecho o una persona que pertenece al pasado, el tiempo simplemente no pasa y es por eso que nunca logrará curar nuestras heridas.
 

via Psychology Today

ClickFlashPhoto/Nicki Varkevisser/Flickr

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El tiempo no hace más que pasar días, meses, años: es la única forma de "curar" las heridas, pero a veces no es suficiente para escapar de un trauma. De hecho, la memoria que causa el dolor se intensifica día a día.

Si el dolor se convierte en una constante, un compañero siempre presente, la causa no se puede rastrear a eventos externos o al tiempo que no cumple con su deber. Si estamos enfermos por mucho tiempo es porque somos los que evitamos que las heridas se cierren. Estamos atrapados en un momento pasado de nuestra vida, no nos movemos de allí, y esto es lo que nos impide mejorarnos.

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Ben White/Unsplash

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El tiempo no tiene el poder de convertir los eventos negativos en positivos, permanecerán como están para siempre: nosotros, sin embargo, tenemos el poder de dejar ir y dejar fluir. Aquí está la solución: vuelva a vivir el momento presente, dejando que los eventos del pasado se desvanezcan.

No es fácil dejarlo ir, pero es una cuestión de amor propio: es amarse a uno mismo que surge la necesidad de estar mejor, cueste lo que cueste. Es más natural volver a ser feliz cuando su bienestar se convierte en algo muy importante. Mientras creamos que es el sufrimiento lo que nos hace sentir vivos, no podremos escapar de la mala memoria.

Esto podría significar perdonar, olvidar o, como mucho, dejarlo ir. No intentemos odiar algo que se ha ido, más bien, enfoquémonos en curar las heridas, haciéndolas sanar de una vez por todas.

 

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