Estas son las heridas emocionales más comunes que marcan el alma humana por toda la vida
La infancia y la adolescencia son dos momentos críticos para el crecimiento de una persona. En estas fases, cada uno de nosotros se descubre a si mismo en relación con el mundo, desarrolla empatía, las emociones, los sentimientos y todo aquello que respecta acerca de lo humano. No es entonces inexacto afirmar que, gracias a ciertos momentos de la vida, desarrollamos la base marmórea que caracterizará nuestro futuro.
via gutenberg.rocks
- Cuando la familia te humilla. La familia, inútil decirlo, es directamente responsable del crecimiento de un niño, sobre todo por los aspectos emocionales. Los resultados estan bajo los ojos de todos: un niño que viene constantemente humillado en la familia, crecerá con un carácter despótico y tiránico, en cuando cada cosa que haga, será blanco de los recuerdos críticos y opresivos de sus familiares. En definitiva, prestemos atención.
- El miedo a ser rechazados. Somos seres sociales y tendemos a tener (y querer) interactuar con otras personas. De niño, de hecho, nos encontramos acercándonos a nuestras figuras paternas, que desarrollan en nosotros procesos de apego o alejamiento. En este contexto, es posible crecer con una especie de miedo al rechazo, es decir, tener miedo de ser abandonado por nuestros seres queridos más queridos. Esta condición determina una baja autoestima en la persona.
- Ansia de separacion. Se trata de una consecuencia del punto 2. El alejamiento emocional en la infancia produce un adulto temeroso y sometido, incapaz de tomar decisiones por si mismo y poco responsable de las propias acciones. El sentimiento de soledad viene cien veces más y nos encontramos de frente a una persona incapaz de estar bien consigo misma.
4. Injusticia humana. En consecuencia, cuando se es victima de criticas o reproches, se desarrolla un sentimiento de injusticia muy fuerte: se siente siempre bajo acusación, no en grado de hacer alguna cosa y con una tendencia a fijarse sobre emociones negativas. En general, aquello que sale afuera es un adulto pesimista e inclinado a denigrar cada aspecto de la vida de los demás.
5. La traición. Puede ocurrir a todos de perder confianza en alguno, lo importante es no hacer de toda la hierba un bulto. No obstante ello, es posible que la esperanza venga a faltar con las figuras mas afectivas de la propia vida, nuestros padres o nuestros seres queridos. Tal situacion implica el desarrollo de un sentimiento muy tangible de desconfianza en el niño, no solo consigo mismo sino también con los demás.
Incluso si los padres y los educadores son una profesión muy difícil, y ciertamente no pueden basarse en un libro de instrucciones, es importante evitar infligir un trauma demasiado profundo en los niños, porque una vez que están marcados, sus almas son difíciles de curar.