Vendra un dia en donde te convertiras en padre de tus padres

por Patricia Zorzenon

31 Enero 2019

Vendra un dia en donde te convertiras en padre de tus padres
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La infancia es un periodo dorado: no solo porque todo es un descubrimiento inmenso a nuestros ojos de niños, sino tambien porque tenemos mamà y papà para protegernos y guiarnos. Cualquier cosa de la cual tenemos necesidad, cualquier obstaculo se presenta sobre nuestro camino, sabemos que podemos confiar en ellos.

Creciendo, la seguridad que ellos nos infunden es menos; el mundo se complica y los problemas no son mas asi de simples de resolver. Pero sobre todo, ellos, nuestros heroes, comienzan a perder sus "superpoderes", las energias y el vigor, hasta que somos nosotros, esta vez a tener que cuidar de ellos.

via milibrodeideas.com

Jake Thacker/unsplash

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Es dificil aceptar que los propios padres envejecen: asi, principalmente nos irritan aquellas pequeñas limitaciones que año tras año, vemos surgir en ellos. Somos concientes que los años pasan y sus cabellos se vuelven grises, las arrugas dibujan el rostro, incluso tomamos con fastidio el hecho que no logran mas a reaccionar con rapidez, autonomia y resolucion a nuestros pedidos y a sus exigencias. Como si inconcientemente reclamasen la misma atencion de cuando eramos pequeños, el mismo rol protectivo de la infancia y nos enojabamos al darnos cuenta que falta. Se olvidan de las citas, se necesita repetir mas fuerte la misma frase, no es por despecho o un descuido frente a nosotros: nosotros quedaremos siempre sus niños a los ojos de mamà y papà.

Entonces, cuando comienzan a tomar acto de estos cambios, entra la preocupaion; 

Primero, delgado y espeluznante, hasta que, al crecer los signos y dolencias de la vejez, se convierten en una angustia que aumenta inexorablemente, y se acepta inexorablemente, pero con una amargura subyacente que es acumulativa.

Y aquí, como hijos, nos convertimos en padres de nuestros padres.

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Maxpixel

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Esto de tomarnos cuidado de nuestros padres significa no solo vigilar la salud de ellos, sino tenerlos al reparo de las preocupaciones y de los dolores, grandes y pequeños, de la vida. Asi no les contamos de nuestras ansias de padres, de la dificultad en familia; disminuimos los problemas con los hijos, y omitimos aquellos del trabajo: en sintesis, endulzamos la realidad, para lavarla de cada disgusto y angustia y hacerle a ellos un poco mas manejable - fisicamente y emotivamente.

Mientras tanto, apretamos los dientes, porque aquel reparo seguro que ellos representaban no existe mas, sino en nuestros recuerdos. En vez de una solucion a los problemas debemos alegrarnos de una sonrisa y de un abrazo inconsciente de nuestra dificultad. Pero sepamos que aquello es justo y que finalmente tienen el derecho de sentirse cansados y de ser acudidos de los propios hijos.

En cambio debemos sentirnos agradecidos, porque en este modo podemos restituirles un poco de aquel cuidado y de aquel apoyo que con tanto amor nos han ofrecido; hacerles aquel tiempo de su vida que han dedicado a nosotros conciderandonos su tesoro mas grande.

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