Cuando alguien que amamos muere, pasa de vivir al lado nuestro a vivir dentro de nosotros
Quien ha sufrido la pérdida de una persona querida conoce el vacío, el dolor, la desaparición y la rabia que se acompañan a aquella ausencia. Somos concientes que la muerte es inevitable para todos, pero no obstante aquello no estamos jamas preparados lo suficiente cuando llega el momento de decir adiós a alguien al cual queremos mucho.
No poderlo abrazar más o hablarle, al comienzo nos parece como una cosa de inconcebible, de irreal, pero cuando finalmente logramos en aceptar la realidad, nos damos cuenta que en algún modo todavía está a nuestro lado, quizás también mas que antes.
Las personas que mueren no desaparecen, simplemente cambian el lugar que ocupaban junto a nosotros por uno nuevo, dentro de nuestro corazón. Nos damos cuenta cada vez que pensamos en ellos, que los recordamos, que nos parece de sentir su voz en nuestra cabeza. Es asi que se manifiestan, cuando nos comportamos exactamente como habrían hecho ellos, haciéndonos entender que son parte de nosotros.
Esta energia que ni siquiera la muerte puede interrumpir y romper no es nada mas que el amor, una unión fuerte e indisoluble, capaz de sobrevivir a todo. A cada paso nuestro, respiro y latido ellos continúan a vivir haciéndose entender que no se han ido tan lejos, que cuando tengamos necesidad estan propio detras de cada esquina. Nos recuerdan que en un modo o en el otro, en un "mundo o en el otro", estamos todos conectados y que pertenecemos a una única fuente de origen.
Pueden parecer frases hechas o afirmaciones consoladoras para ayudarnos a superar el luto, pero se trata de aquello que nos hace temporales y eternos al mismo tiempo. Volver a pensar en los momentos felices transcurridos con quien se ha "ido primero", nos ayuda a seguir el camino como y por ellos, haciendo las paces con nosotros mismos, perdonandonos y transformando el dolor en la alegria de sentirlos ahora todavia mas cerca.