Los hijos no tienen necesidad de una mamá perfecta, pero si de una mamá feliz
Ser madres significa asumir uno de los roles mas desafiantes e importantes de la propia vida; se carga de numerosas responsabilidades y se busca de tener la respuesta a las innumerables dudas que se superponen en la propia cabeza cada dia - o al menos se busca de encontrarla.
Es imposible lograr dicha tarea de manera impecable y sin cometer errores: de hecho, no existe una fórmula universal para ser buenas madres, sino que cada una lo es a su manera, con su hijo, de la que aprende, además de enseñar.
Tratar de ser una madre perfecta no solo es irrealizable, sino que es contraproducente, porque conduce a la frustración y le impide disfrutar de la belleza de la maternidad.
A veces se pretende el máximo de si mismo y en el tentativo de seguir la perfeccion, sofocamos nuestra espontaneidad y nos impide de aprender de nuestros errores. La tarea de cada mamá deberia ser aquel de contribuir a la formacion de los propios hijos, en un ambiente caracterizado de amor y respeto, para que puedan aprender a ser felices.
Sin embargo, olvidamos que los niños aprenden mucho a través del ejemplo que les mostramos: esto significa que si la madre está satisfecha consigo misma y de su propia vida, enseñará a sus hijos a ser felices. Una madre primero debe sentirse cómoda en su papel de madre, tener confianza en sí misma y en su instinto: solo así podrá establecer una conexión genuina, directa y profunda con su hijo.
Ningun niño tiene necesidad de una madre perfecta: También aprende experimentando y, por lo tanto, equivocandose. Son madres que a menudo se imponen para querer ser las mejores, más que cualquier otra cosa, para demostrar a los demás que son capaces. En cambio, la única persona que debe impresionar con sus talentos es a su hijo, quien, sin embargo, será hechizado por una madre alegre y feliz, en paz consigo misma y con los demás; una mujer que no ha dejado de descubrirse y darse cuenta de sí misma solo porque se ha convertido en madre, pero que considera que esta magnífica experiencia es parte de lo que es, y no se rinde en profundizar en los demás.
Una mamá es, de hecho, también una mujer, una amiga, una hermana, una mujer, una artista, una trabajadora y cualquier otra cosa que haga vibrar su espiritu y mover su cuerpo: es importante no olvidarlo, para poder ser felices y hacer tales también a los propios hijos.