Ciertos hombres no maduran jamás: llegados a un cierto punto, marchitan y basta
La vida es un continuo cambio, cada edad tiene sus fases de adaptación de la personalidad, como preparación a aquello que viene luego, hasta cuando un hombre logra llegar a su plena madurez. Hay individuos que por elección o por necesidad "se vuelven grandes" de prisa, pero otros que llegan a esta línea de meta solo muy tarde, no lo logran jamas o que buscan de alejarse lo mas posible. Estos últimos son los llamados "eternos Peter Pan".
via standard.co.uk
Crecer es un proceso que debe seguir su curso o recorrido natural, por la cual no es bueno quemar etapas sin disfrutar la despreocupadísima infancia y de la juventud, se niegan a evolucionar quedando bloqueados. En el segundo caso, estamos tratando con hombres egoistas que solo saben concentrarse sobre si mismos, sobre las propias exigencias y no conciben que pueda existir algun otro mas allá fuera de ellos.
La individualida va cultivada y protegida hasta que se está en aquel período de la existencia en la cual se aprende a conocerse y a comprender capacidad y limites. Sin embargo cuando se qued empantanado en la autogratificacion se arriesga de no ir mas adelante. Incluso los menos sensibles a un cierto punto pueden percibir que alguna cosa falta o no funciona, porque el hombre no esta hecho para vivir en soledad sino para entrelazar relaciones sociales.
Confrontarse con los demas implica sin embargo, salir de las propias dimensiones, tener "que rendir cuentas" a alguien o no tan solo a si mismo. Para los inmaduros cronicos cualquier unión, de amor o de amistad, que necesite cuidados, atencion y responsabilidad, equivale a una verdadera y propia prision. Pensar de poder cambiar estas personas con el afecto, de derpertar en ellas la parte mejor, a menudo resulta ser una tarea fallida.
Quien envejeces sin crecer esta ademas condenado a la infelicidad porque no aceptara jamas las fisiologicas transformaciones del propio cuerpo como arrugas, cabellos grises o que caen y la perdida de tonicidad. Un "adolescente de cuarenta años" vivirá todo esto con incomodidad, descargandose la frutracion sobre quien tiene al lado.
No se puede obligar a alguien a crecer porque la madurez debe ser un acto de conciencia. La unica estrategia posible de adoptar con un Peter Pan es dejarlo solo, ponerlo delante a los propios errores y quizas en este modo logrará despertarse, reconocerá la realidad y finalmente, quizas, eligirá de convertirse grande.