El perdón es una cura para el alma, pero no quiere decir olvidar lo que ha sucedido.
El perdón es una potente cura para el alma, es redención ya sea para quien lo concede que para quien lo recibe. Significa dar a los demás a sí mismos una segunda posibilidad, liberándose del dolor y permitiendo a la vida de comience de nuevo. Sin embargo, perdonar a alguien no implica que continúen siendo parte de su historia, pueden aceptar una disculpa, sin borrar errores o fallas. Puedes decidir alejarte sin ser injusto.
A menudo se perdonan las personas equivocadas, creyendo asi de coser un corazon roto junto a una relacion que se hizo en mil pedazos. Este don iría dado solo a quien de verdad lo merece y también en aquel caso, es casi siempre imposible volver atras las agujas del reloj. La confianza perdida, junto al tiempo, no se puede recuperar, pero se puede proseguir en el propio camino sin aquel peso sobre la espalda.
En amor como en amistad el perdón significa apagar el incendio provocado de la pareja o del amigo, dejar de alimentarlo con tristeza, desilusión y resentimiento. Cuando se puede volver a empezar, solo dependerá de nosotros. Tomar las distancias de quienes nos han hecho daño, incluso después de haberlos perdonado, no es maldad ni repugnancia, es solo una forma de protegernos de algo que podría volver a suceder.
Sin embargo, si la historia no puede ser reescrita, uno puede elegir quién será parte de ella, manteniendo a los que no merecen en el pasado. No hay nada de equivocado en seguir adelante dejando a alguien atrás, es una cuestión de amor propio, de autoestima y dignidad personal. El único deber que tenemos es con nosotros mismos, ciertamente no con aquellos que no han podido apreciarnos, incluso si hemos elegido olvidar ese sufrimiento.
La nueva vida está ahí fuera, esperando el perdón, nos despedimos de la antigua, diciendo adiós a todas las personas que no sabían cómo representar la diferencia cuando formaban parte de ella. Las excusas no son el pasaporte para nuevas heridas, y aceptarlas no es un signo de debilidad, al contrario. También se necesita mucha fuerza tambièn para admitir que le has dado a alguien el poder de lastimarnos, y así aprender una gran lección. Perdonar es esa pequeña piedra que aporta equilibrio sobre la balanza, sacándola del zapato donde le duele, permitiendo continuar nuestro viaje.