Aprendimos a decir "si" sin miedo, y "no" sin sentido de culpa
Podemos dividir a las personas que encontramos cada día esencialmente en dos tipos de personas: por un lado, están aquellas que desean parecer buenas con todos y no escatiman un "si" al pedido de los demás; por otro lado, encontramos a aquellos que no permiten que nadie les diga lo que deben pensar, decir o hacer, y aclararlo de manera abrupta, sin demasiadas palabras.
Se trata de dos comportamientos extremos, por lo tanto jamás verdaderamente positivos, ni efectivos, porque el secreto para vivir bien consigo y con los demás esta custodiado en el medio, allí donde no nos adaptamos servilmente a la voluntad de otros, pero afirmamos nuestro punto de vista sin atacar. Para hacer esto, uno debe aprender a decir "sí" sin miedo, y decir "no" sin culpa.
A quien debemos decir de "si"? A nuestras aspiraciones, a nuestras opiniones, a nuestro modo de ser: significa afirmarse a si mismo, y es una necesidad vital. Solo en este modo podemos perseguir la felicidad y alimentar nuestra autoestima. Lamentablemente, a veces crecemos sin que nos enseñen el valor fundamental de la autoestima; asi, cuando de adultos la vida nos pone de frente a sus duras pruebas, reaccionamos de manera equivocada, degradándonos a nosotros mismos y siguiendo a otros, o anteponiento con arrogancia y con presunción nuestro ego.
Hacemos nuestra la propia "ley de la fricción personal": es decir, que complacemos a los demás, para recibir su aprobación y vernos reconocidos y aceptados. En realidad, no somos los que aceptamos, porque nuestra verdadera identidad permanece oculta, sofocada por el miedo a lo que otros puedan pensar de nuestro verdadero yo.
Al mismo modo, debemos decir que "no" al pedido de los demás, sin que nuestra conciencia nos ataque haciendonos sentir en culpa por nuestra negación. No es un acto de traición, más bien de afirmación de nosotros que permite también a los demás de actuar consecuentemente, evitando de encastrarnos en un vórtice de ficción y contradicciones. Es una condición indispensable para ser felices, ya que uno deshace el yugo de las imposiciones de los demás. Aquellos que nos respetan y nos aman lo aceptarán, de hecho: esta es la única forma de encontrar personas que realmente nos amen y aprecien, y que puedan amarse a sí mismos.
Por lo tanto, se trata de practicar la autenticidad, ya que la posibilidad de ser felices solo se encuentra al superar el umbral del miedo y al llevar a cabo ese maravilloso mundo interior que nos hace lo que somos.