Las personas que dicen muchas malas palabras son también los mejores amigos que se pueden tener: es por esto
Desde siempre la educación, en el comportamiento como en el modo de expresarse, es considerado un valor y una cualidad apreciada por todos. Ser amable y utilizar un lenguaje correcto son entre las características mas buscadas en las relaciones sociales, sea cuando se trata de amigos que en la elección de la pareja.
Incluso algunos estudios han revelado que los sujetos más "mal hablado" son también aquellos que se pueden considerar compañeros ideales. Es por este motivo.
En hacer este singular e interesante descubrimiento han sido los psicologos Timothy Jay e Kristi Janschewitz, ambos profesionales del Marist College de New York. Su investigación titulada "La pragmática de la mala educación" muestra que aquellos que dicen muchas malas palabras son, en la mayoría de los casos, incluso sujetos particularmente sinceros y honestos.
Ser franco, rudos, tal vez vulgar y en el límite de la decencia puede ser para algunos el presupuesto de la pureza de la mente, lo que hace que sean amigos que no se pueden perder. Pronunciar obscenidad también significa estar cómodo con uno mismo, no tener conflictos internos y, por lo tanto, no poseer ninguna contradicción entre lo que uno piensa y lo que se dice.
Por último pero no por último, el lenguaje grosero también parece ser uno de los "síntomas" de la marcada inteligencia. La razón de esta extraña asociación entre la trivialidad y la materia gris parece estar en la capacidad o, mejor, en la conciencia del profundo valor de las palabras. Estos tipos de personas conocen mejor los sutiles matices léxicos y eligen palabras, aunque sean pesadas, con un conocimiento perfecto de los hechos.
La esencia del discurso es que la escurilidad debe ser reevaluada, no solo como una cualidad intrínseca de un individuo, sino también en términos de su ser "animal social". Ciertamente, todos los detractores de las malas palabras gratuitas y defensoras del diálogo refinado torcerán la nariz, pero esta tesis tiene sus cimientos en datos empíricos y estadísticos, por lo que también habrá algo verdadero.
En cualquier caso, la próxima vez que un miembro de su círculo social deje de lado los comentarios desagradables, no hay nada que hacer sino dejarlo ser, y tal vez tratar de conocerlo mejor.