La respiración profunda: un truco que tenemos todos a la mano para mejorar la calidad de la vida
Respirar es un acto automático e involuntario del cuerpo, se lo realiza casi sin darse cuenta, se lo percibe sin embargo en los momentos de mayor estrés y se ignora cuanto de ello es determinante para el bienestar.
El respiro es mucho más que un simple mecanismo esencial para la vida, se trata de un medio de comunicación con la cual es posible entrar en contacto con la propia interioridad. Así es cómo y porqué es fundamental aprender a gestionarlo mejor.
Más allá de una necesidad primaria que garantiza la supervivencia, la respiración es la forma en que el cuerpo humano imita el ciclo natural de todas las cosas. La alternancia de la noche y el día, el verano y el invierno son similares a la forma en que respiramos y exhalamos. Prestar atención a esta cadencia repetida y primordial, aprender a hacerla más funcional, realmente puede hacer una diferencia en términos de salud mental y física.
Las culturas orientales fueron las primeras en captar el valor de la respiración en los procesos de renovación corporal. Así, se han desarrollado disciplinas reales, como el yoga o el tai-chi, diseñadas para ejercer un mayor control sobre un gesto constante e indispensable. En promedio, cada individuo respira entre 17 y 18 veces por minuto, incluso duplicando esta frecuencia cuando está en un estado de agitación.
Respirar mal y rápidamente es perjudicial porque afecta la presión arterial, el sistema cardiovascular, así como el sistema inmunológico, los músculos e incluso el equilibrio mental. Ser capaz de disminuir el promedio con el que inhala y exhala, lo que lo hace más lento y más profundo ofrece increíbles ventajas.
La respiración profunda, lenta y diafragmática tiene efectos milagrosos sobre la ansiedad, la digestión, los dolores musculares y la postura. La respiración consciente en más le permite focalizarse en el momento presente, aumentando la concentración y la eficiencia.
Con el adecuado ejercicio se puede llegar a casi 10 respiros al minuto. Para "entrenarse" se puede seguir este simple procedimiento:
- ponerse ropa cómoda que no apriete la zona de la cintura del abdomen,
- sentarse en una posición cómoda y con al espalda derecha.
- Ponerse con el pecho adelante, relajar las espaldas, poner la mirada reposada y los ojos cerrados.
- Poner una mano sobre el pecho y la otra sobre el abdomen.
- Inspirar profuntamente por casi 4 segundos y notar como la mao sobre el abdomen sea aquel que se levanta más.
- Contener la respiración por 5 segundos y expirar sonoramente por otros 7.
- Repetir esta rutina cada día.
Es importante sguir este ejercicio muy gradualmente, sin cansar el cuerpo y llegar a situaciones de "hambre e ira".
En este modo se aprenderá a ser más conciente del propio respiro y a mejorar su calidad: lentamente la disminución y la mayor profundidad de la inhalación se volverán automáticas incluso durante la respiración no conciente.