Esto es aquello que le sucede al cerebro de tu hijo cuando le gritas
Hacer de padres es el oficio más bello y complicado que sea, sobre esto no hay dudas. Educar y amar a los propios hijos implica también saberlos educar, lamentablemente no siempre se logra a obtener atención y obediencia con "las buenas maneras". Se cede así a las tentaciones de levantar la voz, con la intención de llamar la atención y de obtener respeto. No obstante este sea un camino recorrido desde siempre puede no ser aquel más indicado para el bienestar de los pequeños.
Una vida frenética, tanto estrés y cansancio pueden poner a dura prueba la paciencia de cualquiera, por la cual resulta difícil mantener siempre el autocontrol. Segun un estudio paralelo de la Universidad de Pittisburgh y de Michigan (fuente de estudio) gritar contra un niño puede sin embargo tener serias consecuencias sobre su cerebro, estas son:
- Trastornos del comportamiento. Los niños que han sido sometidos a violencia verbal desarrollan problemas en la gestión de las emociones y del comportamiento respecto a quien no ha recibido similares experiencias (agresividad, escaso rendimiento escolar, depresión, aislamiento).
- Problemas de autoestima. Cuando se grita siempre a un niño para hacerse obedecer, él pensará de no ser amado o apreciado.
- Bloqueo emocional y estados de ansiedad. Sintiendo un adulto gritar, un niño reacciona como si se encontrara en una situación de peligro activando las hormonas del estrés y desencadenando el típico mecanismo ataque/fuga.
- Desequilibrio entre los hemisferios del cerebro. Las dos secciones principales comunican a través del cuerpo calloso. En un estado de tensión se reduce el flujo sanguíneo en este tramo de fibras nerviosas.
Los padres de hoy pueden aprovechar muchos mas recursos y conocimientos pedagógicos respecto a las anteriores generaciones, incluso se recae a menudo en los mismos errores y casi siempre por la misma razón. La primera es la incapacidad de canalizar en el modo justo o en otra parte la rabia y la frustración que se acumula cotidianamente. Los hijos terminan por ser la inconciente válvula de desahogo. La segunda razón es simplemente la emulación de los comportamientos recibidos a su vez por los padres, para los cuales una alternativa a un sistema que siempre se ha utilizado ni siquiera se tiene en cuenta. Educar sin gritar es posible, inicialmente necesitas un poco más de esfuerzo, pero luego serás recompensado y recíprocamente.