Depresión y ansiedad no son índices de debilidad, sino señales de una lucha en curso
Por demasiados disturbios como ansiedad y depresión han sido subestimados sea a nivel institucional que social. Hoy estas dificultades conquistan el título de patologías verdaderas y propias hasta ser reconocidas como problemáticas inhabilitadas. Independientemente de aquello que afirma la normativa existe incluso todavía mucha ignorancia y escepticismo al respecto, tanto que a menudo se la disminuye y se la considera simplemente signos de debilidad y pedido de atención.
via healthline.com
Ser ansiosos o depresivos no significa mostrarse frágiles sino mas que nada haber sido fuertes demasiado tiempo luchando incondicionalmente contra las dificultades de la vida hasta agotar todos los propios recursos emocionales y físicos. Este tipo de manifestaciones de la esfera psicológica afectan al sistema nervioso influenciando y modificando la química del cerebro, entonces no se trata de autosugestión o de exageraciónes.
Ninguno osaría jamás decir a un diabético que para curar su enfermedad basta vanalmente "reaccionar", incluso cuando es la mente, el alma a sufrir es éste el modo en que tantos tratan quién es victima de estos problemas. Esto crea vergüenza y bochorno hasta el punto de negar el malestar, solo que esto también impide la posibilidad de pedir ayuda y curación.
Todos pueden verse afectados por la ansiedad o la depresión, sea la personalidad fuerte como personas menos fuertes, en cualquier momento y sin ninguna distinción. Los prejuicios existentes nos hacen sentir inadecuados, como si careciéramos de la voluntad, el carácter y la columna vertebral para enfrentar y superar estas "fantasías necias".
Las cosas en realidad son bien diferentes porque el mal emocional no sana solo al mismo modo en que una cualquier otra patología no puede ser gestionada o resuelta sin la ayuda de un especialista y adecuados remedios específicos.
Depresión y ansiedad son casi siempre caras de una misma moneda. El primero es el vacío, la oscuridad, la ausencia de estímulos, tanto de alegría como de dolor, falta de emociones, sensación insostenible de muerte o no vida. El segundo es paralizar la agitación, el miedo al miedo, un pánico inminente que siempre se teme que llegue y nunca se tiene idea de cuándo se producirá.
Sin embargo, de estas dos condiciones, uno puede salir y volver a una vida plena y normal, puede tener relaciones sociales y construir su propia existencia. La ansiedad y la depresión no son opciones, pero si deja de sentirse culpable o avergonzado, puede elegir curarse, con la guía de un terapeuta y con el apoyo de personas que realmente entienden y respetan lo que está pasando.