Si perdonas demasiadas veces, los otros se acostumbraran a tratarte sin respeto
El perdón es como un bálsamo para el alma que no solo alivia el peso de quien ha cometido una mala acción y está arrepentido, sino alivia el dolor de quien lo ha sufrido. La rabia y el rencon de hecho generan solo otro mal y sofocan la felicidad. El perdón va prodigado como un don precioso de no desperdiciar absolutamente. Perdonar es un acto noble que no debe ser dado por sentado de otro modo quien o recibe puede perder el respeto de quien lo concede.
Cuando se perdona a alguien se hace paz con el propio pasado, se sumerge en el presente y se recibe con confianza al futuro. Incluso perdonar es diferente de olvidar, porque tambien si se decide de "poner una piedra arriba", se necesita igualmente hacer tesoro de la experiencia. Aceptar las disculpas equivale a conceder una segunda posibiidad, la oportunidad de cambiar comportamientos y de modificar también el propio comportamiento cuando y si se verifican las mismas condiciones. Quién ha reconquistado la confianza de las personas a la cual ha causado un daño no debe confundirla con la impunidad.
Girar de página quire decir en vez de tener mayor responsabilidad porque de norma la experiencia es compartida, en el bien y en el mal, debe servir a ambos para crecer y para ser mejores. Abusar del perdon es imperdonable, porque es como jugar con el karma y poner caos donde ha sido organizado el orden.
Se dice a menudo que se aprecia aquello que se tiene solo cuando se lo pierde, pero quzás una drástica ruptura, en el trabajo, en amistad o en amor, puede ser el único camino para comprender de verdad y manifestar arrepentimiento.
Si una vez que alguno ha sido perdonado persevera en los propios errores, entonces es propio el deber de retomar hacia atrás este regalo, defendiéndo la autoestima, el respeto de si mismo y el propio bienestar. No todos logran o quieren querer cambiar después, por esto necesita aprender a distinguir quien es merecedor de quien no lo será jamás. Una preciosísima lección que todos, al menos una vez en la vida, deberíamos aprender a guardar como tesoro.
