Es oficial: enojarse hace engordar. Un famoso nutricionista nos explica porqué
Entre los pecados capitales no es solo la "gula" en hacer subir la aguja de la balanza, sino también la ira. Y bien, si, perder la calma hace ganar peso, lo confirma Juan Manuel Romero Villa. El famoso nutricionista explica en manera muy simple cuales son los mecanismos del organismo que transforman la rabia en kilos en exceso. Aquí revelado el porqué no obstante dietas y entrenamientos extenuantes a menudo cuesta hacer adelgazar o de hecho el efecto contrario.
Responsables de todo son dos sustancias que el cuerpo segrega cuando se encuentra en condiciones de mal humor, depresión o cólera, la adrenalina y el cortisol. La primera viene liberada por reaccionar a una situación de emergencia, el clásico mecanismo de "ataque o fuga", mientras la segunda es la llamada hormona del estrés.
Ambas son verdaderas y propias manifestaciones químicas de la energía producida del organismo en determinadas situaciones de la vida. Parecidas a estados de ánio que que físico traduce en procedimientos fisiológicos, son hechos para ser temporáneos, para compensar a eventuales contingentes.
El problema es que en muchos casos estas alarmas continúan a reaccionar, así es que la producción hormonal no se detiene y termia por generar estados crónicos e inflamatorios. Una vez que se ha llegado a un nivel patológico, a las células les viene impedido de liberar la energía acumulada, convirtiéndose adiposa.
Comer sano y hacer ejercicio puede no bastar o incluso ser inútil si no se corta el círculo vicioso que lleva al cuerpo a auto-envenenarse. El organismo no hace otra cosa que acumular grasa sin poder aprovechar las reservas energéticas, contribuyendo a su vez a hacer sentirnos pesados y cansados.
Como hacer entonces a interrumpir este ciclo tóxico? Aconsejar simplemente de no enojarse puede sonar ridículo y en algunos casos es contraproducente. No hay peor cosa de hecho para quién prueba malestar el sentirse decir que no "debe" estar así, como si fuera vanalmente una elección.Disminuir o tomar a la ligera un problema hace sentirnos extraños, incomprendidos y frustrados. La estrategia más eficaz es en vez acoger aquello que hace estar mal en el sentido de no rechazar o resistir a una energía que viene del interior.
No oponiéndose se puede llegar a individualizar la fuente de aquello que desencadena la rabia o la tristeza. Siguiendo este camino, trabajando a fondo sobre si mismo, se puede llegar a gestionar las propias emociones con mayor conciencia, sin convertirse más en víctima. Será un bien para la propia salud psicofísica y tambien para la propia línea.
