Un padre quiere mostrar al hijo que cosa significa ser pobres, pero su respuesta lo deja desplazado
A veces tambièn las situaciones más "obvias" pueden reservarnos sorpresas. La riqueza que creemos de tener, así como los bienes materiales que damos por descontado y nos hacen sentir seguros, no siempre son sinónimo de integridad.
Lo demuestra de manera emblemática la historia sobre la pobreza que estamos por contarles. Un cuento de fantasía, pero que resulta muy realista y portadores de un mensaje muy lejos de ser trivial.
Para hacer comprender al hijo el valor de las cosas que tenía, a menudo dadas por descontado, un rico padre decide de mostrar a su niño en que condiciones vivían las personas pobres.
Así, para dar al hijo esta lección de vida y hacerle adoptar un enfoque diferente frente a aquello que lo rodeaba, padre e hijo pasaron algún día en contacto con una familia menos acaudalada que ellos.
De regreso a la casa, para el padre era el momento de entender si el hijo había aprendido la lección. Fue entonces, de hecho, que para èl llegó una gran sorpresa.
Pide al niño si había comprendido las diferencias entre su vida rica y aquella de la familia pobre. La respuesta del hijo fue lejos de ser evidente.
El niño responde que las diferencias eran claras y comenzó a enumerarlas. La familia pobre, respecto a ellos, tenían tres perros más, un lago donde nadar en vez que una piscina con jardín, las estrellas de noche en lugar de las lámparas, amigos que los protegían en lugar de vallas y ayuda recíproca en vez de servidores.
El padre queda asombrado al sentirlo concluir que los pobres, al final, eran ellos y no la familia visitada. Un razonamiento ingenioso, que demuestra como la riqueza no va buscada solo en los bienes materiales y en el dinero, sino en los gestos, en las palabras y en las personas que - aunque con poco - nos hacen felices.
