Como manejar mejor los caprichos de los niños, según el método Montessori
La gestión de la rabia y de las explosiones de ira de los niños pone a menudo en dificultad a los padres que se preguntan constantemente cómo se interviene. Una de las ayudas más autorizadas en materia llega del Método Montessori que puede convertirse en un valioso aliado en prevenir estos comportamientos.
Que sean fan o menos del método o de la Montessori misma, seguro podrán encontrar puntos interesantes sobre la cual reflexionar, sobre todo por cuanto respecta la gestión de la rabia.
Todo parte desde un principio, aquel de la autonomía del niño.
El niño debe estar en grado de moverse libremente y en completa autonomía en el ambiente doméstico. Cada cosa debe ser organizada con ese objetivo, desde los juguetes a las sillas, la cama a los libros.
Dar tareas reales ayudará a los pequeños a sentirse ocupados.
Hablarles con respeto, empatía e inclinarse para mantener incluso el contacto visual, parecen ser pasos fundamentales.
Otro consejo para prevenir la rabia es actuar con una rutina dulce: la seguridad de alguna actividad no desplaza los niños y los hace más serenos y tranquilos. Esto incluye incluso una gestión de comidas o de meriendas con una cierta cadencia, no sin horarios para entendernos.
Se necesita buscar de entender las exigencias del niño, para luego transformarlas en actividad específica. Por ejemplo un niño que ha estado en la escuela todo el día, probablemente tendrá ganas de correr para "desahogarse".
Otro "secreto" fundamental acerca de las reglas. Hay cosas que dejan espacio a las negociaciones, otras sobre como insistir mayormente, pero siempre con explicaciones y no imposiciones.
No deberíamos jamás dejar de identificarnos con él, pero sin demasiadas paranoias, solo para entenderlo con más facilidad, para comprender a pleno sus exigencias.
El chantaje es absolutamente contraproducente, mejor no imponer, sino dejar que el niño pueda elegir. Obviamente no en total falta de guia: una elección entre opciones bien ponderantes.
Y, sobre todo, si cada tentativo parece en vano es fundamental no reaccionar en modo excesivo.
Se necesita siempre mantener la calma y actuar con empatía, porque, recordémos, los padres son el primer ejemplo para los niños.
Incluso la rabia, del resto es una emoción y como tal debería ser vivida y no sofocada o reprimida.