¿Te comes las uñas? Según el psicólogo aquí vemos cuáles podrían ser los motivos
La onicofagia, vale decir la costumbre de comerse las uñas, es una tendencia muy difundida, ligada principalmente a condiciones como estrès, nerviosismo aburrimiento, tristeza o simple costumbre. Detrás de este "vicio" se podría esconder sin embargo más de cuanto se piensa. Lo confirma un estudio publicado sobre el Journal of Behaviour Therapy and Experimental Psychiatry según la cual quién se come las uñas es fundamentalmente perfeccionista.
via Journal of Behaviour Therapy
La investigación se basa sobre los datos recogidos a continuación de un experimento realizado sobre una muestra de 47 personas que habitualmente se comían las uñas, observando su comportamiento en relaciones a diferentes situaciones. En lo específico han sido recreadas condiciones en donde los sujetos examinados estaban sometidos a estrés, aburrimiento o se encontraban en una condición de relax.
Excepto que en el estado de relajamiento, en cada contexto en que venía introducido un elemento de ansiedad, inactividad prolungada o que requería un cierto empeño mental, los individuos han manifestado su tendencia a la onicofagia. La conclusión es que el gesto de comerse las uñas es una especie de mecanismo de defensa contra el estrés o la impaciencia, un modo que el cerebro tiene para auto-calmarse por el exceso de perfeccionismo.
Este término esta indicando el deseo de control, las ganas de regular la realidad externa según el propio criterio de perfección y optimización. No pudiendo intervenir sobre alguna cosa de inmutable, esta forma de energía implosiona y se descarga sobre un acto simple y mecánico que de hecho resulta eficaz a breve término.
El hecho de saber de ser perfeccionistas no debe sin embargo servir de alivio o de consolacion para dar desahogo a esta costumbre, dura a morir y para agregar dañina para la salud. Muchos no saben de hecho que además de ser un vicio antiestético, la onicofagia puede causar graves infecciones, dañar el sistema digestivo, cardiovascular, arruinar los dientes y deformar los dedos.
Dejar no es simple pero tampoco imposible. En primer lugar se necesita desearlo de verdad, en segundo lugar es necesario controlar el estímulo porque a menudo se encuentra comiéndose los dedos sin darse cuenta. Por último puede ser útil tener las manos ocupadas con una pelotita antiestrés u otros objetos que pueden alejar la tentación.