Un fotógrafo se detiene para hacer un picnic y encuentra un cachorro desnutrido y abandonado sobre una pequeña isla

por Patricia Zorzenon

20 Julio 2019

Un fotógrafo se detiene para hacer un picnic y encuentra un cachorro desnutrido y abandonado sobre una pequeña isla
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La unión entre los seres humanos y animales domésticos es una cosa extraordinaria, es profundo y difícil de hacer entender o de explicar para quien no lo ha probado jamás, pero tangible y real. A menudo esta simbiosis nace por casualidad, no como cuando se entra en un negocio a elegir y "comprar" un amigo de 4 patas, sino en la circunstancia donde es él a elegir a la persona que lo adoptará. El fotógrafo Wesley White puede testimoniar en primera persona cuanto es cierto todo ello.

En diciembre del 2018 el hombre se encontraba en Belize para un viaje de trabajo, intentó reanudar la belleza de aquellos paraísos naturales, estaba acostumbrado a alejarse todos los días con su kayak para consumir el almuerzo en un lugar llamado Tiny Island, no lejos de su hotel en Thatch Caye.

Mientras preparaba su pequeño picnic sintió ladridos provenir de alrededor y poco después se da cuenta que una pequeña figura que caminaba en medio de escombros de madera de una barraca. Se trataba de un cachorro de perro, visiblemente desnutrido, muy flaco, que esperaba solo de encontrar alguno que lo viniera a ayudar. 

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No sirve decir que para Wesley fue amor a primera vista, asique recoge al pequeño dentro de algunas prendas y lo llevó al hotel a bordo de su kayak. El fotógrafo habría tenido que partir en dos días para volver a Montana, pero no quería abandonar al cachorro.

Como primera cosa el cachorro es llevado al veterinario para los primeros cuidados, mientras Wesley ordenaba sus últimas tareas de trabajo y planificaba el regreso. En casa ya había dos perros, Bell y Anna, y si no hubiera logrado encontrar una válida sistemación para su nuevo amigo prometió que lo habría tenido consigo.

Los necesarios procedimientos sanitarios requerían más tiempo, así es que el hombre fue obligado a dejar allí al perro al cual le viene dado el nombre de Winston. Por suerte se logró encontrar una persona que se ocupara de él, pero Wesley queda siempre en contacto con la nueva propietaria. Un mes después el veterinario da el consentimiento para que Winston pudiera soportar un viaje en avión, así es que los dos nuevos amigos se han podido encontrar a mitad de camino en Dallas, Texas.

No obstante el poco tiempo transcurrido juntos, Winston reconoció de inmediato a su salvador. Ahora la casa de White está más en movimiento que antes, con tres diablillos desencadenados que hacen travesuras, pero a Wesley le importa solo de haber traido a casa a su nuevo amigo.

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