El amor no va nunca mendigado: si el otro no te aprecia, mejor pasar a otra cosa
Un pensamiento que deberíamos tener bien todos en mente es que no se pueden mendigar amor, amistad o atenciones, porque se trata de sentimientos espontáneos que cada uno debería estar interesado en cultivar en la propia vida, independientemente de la conveniencia que ello comporta. Aquello significa que si una persona nos ama de verdad, encontrará el tiempo y el modo para invertir parte de su vida con nosotros, en un intercambio natural y espontáneo: esto es el amor. Somos cautelosos y nos mantenemos alejados de quien piensa sólo en sí mismo y nos trata con indiferencia, eso quiere decir que no nos merece.
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No merecemos personas que se pierden en charlatanerías y que buscan solo la conveniencia, su comodidad, sino alguno que está a nuestro lado y que nos valoriza sin pretender nada a cambio. El amor no puede ser movido por intereses personales, sino que debe ser un natural intercambio recíproco que viene mantenido en vida sin algún tipo de sacrificio.
No existe "la falta de tiempo", existe mas que nada la "falta de interés", porque cuando alguien tiene la intención de estar al lado hará de todo para crear espacios y tiempo, en el interior de su vida, para dedicarnos. Pero para mendigar más amor, debes más que todo tener respeto por ti misma, solo así podrás recibirlas del exterior. La persona que mereces es aquella que "te elige" y te aprecia por como eres.
Aquello que a menudo es la base de algunos fracasos emocionales son las esperanzas y las espectativas demasiado altas, que contribuyen a hacernos entender como "la falta de interés" a los comportamientos de los otros. Entramos en una jaula mental por la cual aquello que nos dicen los demás nos parece como un engaño y por esto, probamos un fuerte dolor emocional. El dolor emocional es lo mismo que el dolor físico: debemos aprender a reconocerlo y a darle importancia, así como reconocemos un dolor de cabeza, no lo ignoramos.
Debemos entonces aprender de nuestro dolor emocional, de la experiencia, para poder trabajar sobre nosotros mismos, sin esperar que el tiempo sane las cosas. El tiempo no sanará exactamente nada, las heridas no pueden ser curadas por magia...
Si estás viviendo un momento de fuerte injusticia emocional, recuerda: no levantar el teléfono, no escribir mensajes, no someterte a la indiferenca que has recibido y a los silencios injustificados. No buscar quién parece no sentir tu ausencia. No esperar a quien no logra valorizarte. Deja de mendigar su atención y su amor.
Si alguno te descuida o no te aprecia, no quiere decir que alguno no pueda amarte por aquello que eres. Métete en un estado mental donde "eliges el amor", eliges de dialogar contigo mismo y con los demás a través de este bien precioso donde te has privado demasiado a menudo. Elegir de amar significa decidir de enfrentarse con los propios fantasmas, con los propias experiencias y con la propia idea de amor, sintiendo las ganas de combatir aquellos miedos interiores que pensamos de no poder más cambiar. Elegir el amor es una búsqueda de si mismo, es un tener cuidado de las propias heridas internas y buscar de comprender la propia lo más a fondo posible.
Para amar debemos aprender a no contener, sino dejar ir: se necesita construir, no destruir. Para construir se necesita individualizar que cosa construir y porqué construirlo y para hacer eso es necesario reconocer, admitir, interpretar y aceptar las propias sensaciones.
Para entrar en contacto con nuestras emociones más profundas debemos desembarazarnos de una sola cosa: EL MIEDO. El miedo es una emoción engañosa que tiende a "esconderse" y a no hacerte sentir de verdad el peso de tus sensaciones y de tus pensamientos. Hasta que no lo afrontemos nos parecerá un monstruo invencible, una roca insuperable, pero si en vez aprendemos a familiarizarnos, comprenderemos que el amor y nosotros mismos somos más fuertes de este insidioso sentimiento.