Los verdaderos amigos logran quedar unidos no obstante la distancia que los separa
La amistad, como también el amor, es un sentimiento noble, precioso, simple y al mismo tiempo complejo. Desde siempre, hay quién intenta de describir, definir, explicar todas los diferentes matices, las razones y los mecanismos con la cual dos personas se unen creando una relación hecha de camaradería, lealtad, mutua ayuda y apoyo recíproco. Hay quién sostiene que la amistad debiera ser alimentada constantemente y quién, en vez, afirma que cuando es cierta, puede resistir sea el tiempo que la distancia.
via BetterHelp
Los amigos, cuando se reconocen como tales, no tienen necesidad de presencia o contacto cotidiano, no necesitan de continuas confirmaciones o gestos de certezas, sino saben de ser el uno para el otro, sin tener que decirlo o demostrar. Puede ocurrir de no verse y sentirse por mucho tiempo, pero sin que este silencio cambie aquello que ha grabado en el corazón y en la mente.
Las amistades más sólidas son aquellas en donde se sienten privados de vínculos y deberes, pero igualmente prontos en cualquier momento en hacer cualquier cosa a un simple guiño. La amistad sincera es desinteresada es lejos años luz de todas aquellas pseudo dependencias afectivas, porque se trata de una elección que viene renovada cada vez, con conciencia y convicción.
No existe una fórmula o un esquema fijo para hacer nacer una amistad, porque puede ocurrir cuando menos te lo esperas: compartiendo la infancia, la escuela, viviendo particulares experiencias, circunstancias casuales, o en ciertos casos, superando una rivalidad. Demasiado a menudo se abusa del término "amigo" para llamar a las personas que se pierden a lo largo del camino o que lamentablemente traicionan las espectativas.
La amistad es un pacto incondicional que, sin embargo, a menudo es expresión del arte del compromiso: aceptar todos los méritos y defectos, protegiendo uno de los tesoros inestimables de la propia vida. Tiempo y espacio pueden alentar solo las uniones débiles, aquellas hechas de costumbres y conveniencia, no las amistades reales. Los amigos verdaderos son puntos firmes en el alma, como rostros de hermanos y padres por la cual, a pesar de cuanto se resta separados todo queda inmutable. Basta una mirada, un abrazo, un apretón de manos y en un momento se cancelan años o kilómetros, para volver siempre e igualmente allí dónde y cuándo se habían dejado.