La maldad es un instinto que se combate con la empatía y se anula con la elección

por Patricia Zorzenon

27 Agosto 2019

La maldad es un instinto que se combate con la empatía y se anula con la elección
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Cada individuo tiene dentro de sí luz y oscuridad, tiene la capacidad de dejar este mundo en condiciones mejores o peores de como lo ha encontrado. Todo depende de dos factores, el primero es aquel de considerar la realidad fuera de si mismo, abrazando la empatía y aprendiendo que los propios semejantes son seres emocionales donde los sentimientos merecen igualmente cuidado y respeto. Según es la elección, decidir de ser instrumento de bien o de mal.

Needpix

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En 1974 a tan solo 23 años, Marina Abramovic, artista de origen serbia, dio vida a un rendimiento discutido llamado "Rythm 0" donde se presentaba inmóvil por 6 horas delante a un público que habría estado libre de actuar sin que ella reaccionara. En el escenario se habían colocado objetos concebidos para infligir dolor (cuchillos, aspas, incluso una pistola cargada con un proyectil) y otros para despertar sensaciones de placer (flores, plumas, etc).

La idea era hacer decidir a las personas cual objeto utilizar y en que modo, en un contexto donde un ser humano se encontraba impotente a merced de cualquiera. Inicialmente la gente se limito a sacar fotos y a tocarla, pero la exhibición se degeneró rápidamente, hasta que alguno llegó a desnudarla, humillarla y herirla. El público entonces se divide, entre aquellos que la provocaban y agredían físicamente y aquellos que la protegían, secando sus lágrimas o poniendo curitas a sus cortes.

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Tony Alter/Flickr

Tony Alter/Flickr

El experimento mostró que cosa puede suceder cuando se deja desahogar los instintos humanos, terminando luego de 6 horas, cuando Marina comenzó a moverse, fijando los ojos entre las personas alrededor que lentamente se alejaron. Poco antes un espectador había llegado al punto de tomar la pistola, poniéndola en las manos de la artista. Aquel happening teatral reveló sin dudas que en todos existe el gérmen de la maldad y de la violencia, pero que esta energía primordial puede ser gestionada decididiendo como primer acto de "no dañar", desarrollando luego este concepto a un nivel superior, de hecho con el intervenir eligiendo de defenderse.

La rabia que eclosiona en las personas, la tristeza, la desilusión, el desaliento, la ira por la propia condición, a menudo hace creer de tener el derecho de poderse vengar hacia los otros, para restituir un poco de aquel sufrimiento sufrido. Pero si reflexionamos de verdad en el prójimo, se comienza a entender que no se está rodeado de enemigos y amenazas, que en la mayor parte de los casos no hay culpables, sino que se es responsable del propio destino.

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