Este hombre tiene 93 años y ha construido una enorme catedral con las propias manos
Todos tenemos un sueño en el cajón, quizás, incluso más de uno por realizar. Cada día nos empeñamos por acercarnos a aquel sueño lo más posible, agregando pieza tras pieza, haciendo nuestra vida digna de ser vivida. Para muchos, la lista de los sueños comprende cosas del tipo "girar por el mundo" o hacer algún deporte extremo, pero para este anciano señor se trataba de otra cosa. Hoy, este señor de la cual queremos hablarles, tiene 93 años y en la cima de aquella lista no había escrito actividad de sueño como "hacer el giro por el mundo en un año", sino "construir una catedral con las propias manos".
via Telegraph
Se llama Justo Gallego, tiene 93 años y desde más de 50 años se ha completamente consagrado a la construcción de una enorme catedral de Madrid, en España. El hombre no ha estudiado jamás arquitectura, de hecho prefiere definirse "un obrero" y con las propias manos ha logrado construir gran parte de la catedral de sus sueños. Es consciente del hecho que no logrará terminar su obra, pero espera que cuando llegue su momento, pueda ser sepultado exactamente en aquella catedral.
La catedral está todavía lejos de ser terminada, incluso es ya rica de numerosos detalles impresionantes. En su interior el hombre ha construido las áreas destinadas al culto, una cripta (con una escalinata impresionante) y una sala parroquial. Todo ha sido construido con material base como cemento, viejas gomas y botellas usadas.
A mover su espíritu de iniciativa es sin dudas la fe sin límites que el hombre deposita en Dios. Justo no tiene idea de que cosa le sucederá a la catedral cuando él no esté más, pero dice de tener fe en Dios y que todo está en sus manos. Justo ha renunciado a todos sus bienes materiales para erigir el imponente santuario, incluída su misma casa. No quiere dinero y la única cosa que le interesa es construir su iglesia.
Un ejemplo increible de "querer y poder". Seguramente una justa dosis de talento es necesaria, pero Justo es la demostración viviente que todo es posible si se lo quiere de verdad. Incluso construir alguna cosa casi imposible, como una catedral entera con las propias manos.
