La preocupación es tóxica para el cerebro: así es como tenerla bajo control y evitar que fluyas en la ansiedad
Fisiológicamente en los seres humanos el componente de las emociones es más antiguo y más potente de aquella racional, en consecuencia es inútil intentar de combatir un mecanismo que es inherente en la condición humana. El problema es que a menudo el pensamiento, inconsciente o consciente, distorsiona este equilibrio, alterando la química del cerebro y causando un constante estado de preocupación y alarma. Esta condición es absolutamente tóxica, se necesita entonces aprender a preocuparse en modo "sano".
Encontrarse en un eterno estado de atención, tristeza y depresión termina por saturar todos los recursos psicofísicos, haciendo aparecer la realidad mucho más pesada y difícil de cuanto no sea de verdad. Se entra en práctica en el círculo vicioso de la ansiedad, por donde la verdadera causa de la inquietud casi no cuenta más, sino hacerse cargo de todas las superestructuras irreales que se ha construido y distorsionan la percepción.
Si se sufre de insomnio, se termina por preocuparse mucho de la calidad del descanso y esta ansiedad no hará otra cosa que agravar el hecho de no lograr dormir. Cuando los niveles de estrés se vuelven demasiado altos se verifica también un degrado cognitivo, con efectos negativos sobre concentración, memoria, comprensión y capacidad de tomar decisiones.
Según un estudio realizado por la Universidad de Cambridge, la llave no es dejar de preocuparse del todo, sino más bien aprender a hacerlo en la manera correcta, natural y funcional. Un buen enfoque puede ser por ejemplo analizar los propios pensamientos, desmontando pieza por pieza, dándose cuenta que a menudo son irracionales y no ligados a verdaderas motivaciones.
No se necesita nunca registrar la realidad a nivel emocional, tomando decisiones a raíz de los propios sentimientos. Las emociones deben ser un recurso para estar en contacto con el propio yo, pero las elecciones van hechas sobre la base lógica y después de una reflexión.
Otra estrategia es aquella de desahogarse, expresarse, liberando las emociones y buscando de comprenderlas. En general la reacción emocional es solo la punta del iceberg, la campana de alarma de alguna cosa que eclosiona en lo profundo y que causa malestar también desde hace mucho tempo.
Preocuparse en modo sano quiere decir en sustancia hacer colaborar y no poner en contraposición, la propia parte racional y aquella irracional, aprovechando las emociones como palancas para actuar en manera proactiva y constructiva.