No soy una mamá perfecta pero pruebo cada día a ser una buena madre
Ser madres es un grandísimo don, un privilegio que enriquece y cambia la vida de la mujer para siempre. Cada madre quisiera ser siempre perfecta para los propios hijos: quisiera saber siempre que cosa hacer y hacerlo bien. Cada madre espera siempre de hacerlo todavía mejor y siempre más en acudir a los propios hijos. Pero las mamás a menudo olvidan que la perfección no existe, que se puede aprender de los propios errores y que aceptar la propia imperfección es parte de ser madre.
via Health Line
Las mamás tienden siempre a querer lograr las propias tareas en modo perfecto olvidando cuanto es difícil ser mamá. Y no solo para el parto y los dolores o por las noches de insomnio o por las mil dudas que te asaltan y te hunden en la almohada llena de inseguridades. Sino más bien para una sensación de "rotura" con el propio modo de vivir anterior. Los tiempos y las exigencias totalmente cambiadas, los proyectos de vida o de trabajo que sufren a menudo los contragolpes, y tu cuerpo que se transforma bajo tus ojos. Nada es más como antes y nada nunca más lo será. Y te encuentras en pensar en esta nueva versión de ti que todavía no conoces y a la cual quisieras decir "tranquila, lo lograrás". En vez te encuentras en preguntarte porqué no tienes más tiempo ni siquiera para una ducha o para un café con las amigas.
Comienzas a sentir una presión que te sale del estómago y analizas tu vida bajo una lupa a sumergirte con sentidos de culpa por cualquier cosa. Luego un día te despiertas y mirarás de modo diferente estos días que te parecerán ya descoloridos y lejanos y de darás cuenta que estás sonriendo. Porque el tiempo que pasa alivia el cansancio y lima los sentidos de culpa y por nada en el mundo volverías atrás.
Y es solo el comienzo de un camino nuevo y maravilloso todo por descubrir: cuando tu pequeño te toma por la mano o te dice que te quiere mucho, o cuando con un beso te puedes curar cada dolor. Entonces te das cuenta que si, eres imperfecta, cometes errores y tendrás seguramente otros, pero lo intentas y cada día te empeñas a ser una buena madre.
Una buena madre que puede equivocarse pero que aprende de los propios errores, una madre que busca de ser la versión más grande de sí misma.