La llave del cambio es liberarse del miedo: no tengan temor de las novedades
Miedo no es solo una palabra: es un verdadero estado, un modo de ser. Todo se detiene frente al miedo y así también a los pasos que quisiéramos cumplir en nuestra vida sufren arrestos repentinos, temporales o definitivos según nuestra fuerza de dominarlo.
A menudo somos nosotros a ser dominados del miedo y olvidamos cuanto puede ser hermoso vivir liberándose de estos pesos pesados. El miedo estalla cotidianamente en nuestras vidas, señaladas por una sociedad en donde prevalecen las lógicas de la "posesión".
En sustancia, más posees, más te invade el miedo de perder aquello que tienes. Y esto no hace que empujarnos a menudo a cometer también acciones innobles o simplemente inútiles, justo porque estamos guiados por el miedo de perder todo aquello que tenemos. La posesión nos ilusiona de tener el control y poder y nos hace probar una falsa seguridad que nos impide de entender que para ser felices deberíamos cambiar alguna cosa de nuestra vida.
En realidad, es exactamente cuando pierdes todo que terminas por liberarte también del miedo y comienzas a entender que cosa cuenta de verdad. Naturalmente no es necesario llegar a perder de verdad todo: bastaría mirar el mundo con ojos diferentes para descubrir que el cambio a menudo es la clave que necesitamos para liberar de nuestras vidas al miedo.
Cuando comenzamos a darnos cuenta que el cambio no quita, sino que agrega alguna cosa importante, comenzamos a evaluar con mayor importancia incluso aquellos bienes que son de verdad necesarios para el ser humano. Bienes que se llaman amistad, gentileza, solidaridad, amor, que no producen miedo sino que generan felicidad porque están dictados directamente de nuestro corazón.
Dejamos aparte aquellos bienes que no nos nutren de otra cosa que no sean de falsas certezas y comenzamos a cultivar afectos sinceros y emociones verdaderas y desinteresadas, así de encontrar dentro de nosotros mismos la fuerza para no sucumbir al miedo. Del resto, el cambio está ya a la portada de mano: se necesita solo de mirar en su dirección sin hacerse detener por el miedo.