Antes de amar a los demás es mejor aprender a amarse uno mismo

por Patricia Zorzenon

04 Septiembre 2019

Antes de amar a los demás es mejor aprender a amarse uno mismo
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Oscar Wilde decía que "amarse a sí mismo es el comienzo de una historia de amor que dura para toda la vida". Mostrar respeto por el propio yo, tener autoestima, tener cuidado de la propia persona, no quiere decir ser egoístas o no ser capaces de dar afecto, quiere decir solo haber comprendido cómo funciona el mundo.

Siguiendo este principio se puede al máximo estar junto a alguien, pero no depender de ello, porque cada individuo nace y muere solo; todo el resto es complementario.

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La familia, la pareja, los amigos son recursos preciosos que pueden y deben enriquecer la vida de una persona, pero no colmar de vacíos o volverse una necesidad. Para vivir de verdad felices, serenos y con plenitud los propios días, se debe lograr que la única persona a la cual se debe de verdad cualquier cosa es aquella que aparece frente al espejo cada mañana.

Solo sobre uno mismo se puede y se debe de verdad contar. El entorno puede hacer la existencia más brillante e interesante, pero es el núcleo aquel que cuenta, porque sin ello se puede estar también en medio a una multitud y sentirse aislado. Todas las dependencias afetivas son simples engaños trucos de una personalidad frágil que no se ama y no se respeta lo suficiente.

Ninguno puede vivir la vida de los demás, sus experiencias, los sufrimientos y las alegrías. Es todo parte de un viaje que se recorre por cuenta propia, quizás con algún pasajero que nos acompaña por poco tiempo, pero no es necesario sentirse perdido si estas personas bajan antes o se desvían para otras destinaciones. Seguro, antes o después ocurrirá de tener necesidad de ayuda de alguien, pero una cosa es la gratitud, otra la obligación de tener que devolver el favor.

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El verdadero equilibrio viene del ser libres, independientes, autosuficientes, no solo en las cosas prácticas sino también en la emotividad´. El amor hacia uno mismo, entendido como capacidad y conciencia del tener que cuidar el propio bienestar antes que nada, es la forma más alta y sana de energía.

Las personas determinadas, aplacadas de no negarse nada y en grado de quedar solas, conservando la alegría de vivir son también aquellas de la cual puede venir el afecto más sincero. La razón está en el hecho que aquel amor es desinteresado, vacío de dinámicas retorcidas de adicción. Nunca se da a saber cuánto tiempo transcurrirá con los demás, pero con uno mismo debe pasar toda la vida, por lo que es mejor hacerlo de la mejor manera.

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