Síndrome del corazón partido: tiene síntomas parecidos al infarto y puede ser provocada por la tristeza y el estrés
Es conocido el poder que tiene la mente sobre el cuerpo, cuanto las emociones pueden influir positivamente o negativamente sobre el estado de bienestar de un individuo. Crisis de ansiedad y ataques de pánico pueden simular malestares muy parecidos a un infarto, pero existe también otra condición denominada "síndrome del corazón partido", mucho más intenso y de no subestimar. En general los eventos desencadenados son, estrés, un shock, un trauma o un gran dolor. Aprendamos a reconocerlo.
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Conocido también como "cardiomiopatía de Takosubo", el síndrome del corazón partido no es solo un potente evento psicosomático, sino un verdadero y propio déficit temporal del músculo cardíaco, que puede volverse repentinamente débil y vulnerable.
La sintomatología es prácticamente idéntica a aquella de un infarto, vale decir: dolores al pecho, latido irregular, falta de respiro, presión baja y desmayo. Los efectos son casi relevantes que, incluso de manera transitoria, no viene bombeando suficiente sangre en el cuerpo y en casos más graves se puede tener de hecho un principio de paro cardíaco.
Cuando se deben afrontar situaciones difíciles, el organismo produce adrenalina y pone en circulación las hormonas del estrés. En algunos sujetos, esta repentina y aumentada cantidad de sustancias químicas crea una crisis a las células del corazón, el cual reacciona dejando a todos las posibles señales de alarma. Afortunadamente, en casi la totalidad de los casos, la cardiomiopatía de Takosubo no provoca problemas permanentes, no obstante deba ser igualmente tratado con adecuada prudencia y no tomado a la ligera.
La incidencia del síntoma del corazón partido ha crecido notablemente en los últimos años, especialmente entre sujetos ancianos, ya frágiles físicamente y mayormente emocionales. El aumento de la casuística ha estimulado numerosos estudios, de los cuales algunos han evidenciado la conexión entre el verificarse del malestar seguido de la pérdida de un animal doméstico.
Muchos individuos en la tercera edad desarrollan un apego al propio perro o gato, comparable a aquel que se puede tener por una persona querida. Al estado actual no existe un remedio infalible, pero es posible, en cada caso, prevenir un parecido evento, buscando de gestionar la presión psicológica con técnicas anti-ansiedad, ejercicio físico y un estilo de vida sano.