La asertividad: una preciosa cualidad que puede ayudarnos a vivir relaciones más serenas

por Patricia Zorzenon

10 Octubre 2019

La asertividad: una preciosa cualidad que puede ayudarnos a vivir relaciones más serenas
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La asertividad es un don, una cualidad preciosa, un aspecto de la propia personalidad que ayuda a alimentar una relación sana con los otros y con uno mismo, una forma de profunda autoestima que ayuda a vivir mejor.

Se trata de una capacidad a menudo innata pero que se puede también desarrollar, lo importante es recordarse de expresar las emociones en el momento en que se las prueba, evitando de reprimirlas demasiado tiempo. Es por esto que se necesitaría siempre invitar a la asertividad a entrar en nuestra cotidianeidad.

via Psychology Today

Pxhere

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La relaciones con los demás son hechas de complejos intercambios emocionales. A veces se logra instaurar una relación de comprensión y de equilibrio; en otras ocasiones se verifican episodios de incomprensión y conflicto. Frecuentemente el choque y la ruptura suceden porque se está en silencio por demasiado tiempo y se ha dado lugar a las emociones negativas para acumulare y crecer hasta el momento en que no se puede hacer otra cosa que explotar. 

Ello sucede también porque uno se abstiene de comunicar aquello que gusta o viceversa y lo hace sentir incómodo, por miedo de perder consenso y estima, adoptando el silencio con la ilusión que sirva para complacer a quién está alrededor. Comportarse así es comprensible pero representa una pésima inversión a largo plazo, ya sea por la solidez de la relación que por el propio bienestar.

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Unsplash

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La asertividad es propio la habilidad de transmitir al exterior aquello que se piensa, quello que se prueba, sin por esto agredir, prevalecer o intentar desesperadamente de gustar por fuerza a los demás. Aprender a ser más asertivos es un gesto de dignidad y de libertad, las afirmaciones del propio "yo" sin por esto disminuir el "yo" de los demás.

Cuando se señalan las cosas que dan fastidio y se discute de inmediato sobre ellas, entonces se puede hablar con mayor serenidad porque no es empujado de la presión generada de frustración y rabia. Libres de la cólera reprimida, se comunica con lucidez, con calma y podemos entendernos mejor. Aquello que es dicho puede ser aceptado mejor por el interlocutor, porque no es fruto de un largo y rencoroso mudismo, sino que es la reacción espontánea a una acción que crea trastorno.

 

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