Este hombre de 84 años ha recorrido cada día 60 km para acompañar a un niño ciego a la escuela
No es nunca demasiado tarde y no se es nunca demasiado anciano para dar una mano al prójimo. La historia que estamos por contarles, que ve como protagonista a un voluntarioso italiano de 84 años, originario de Consuma, pueblo de montaña en la provincia de Arezzo, demuestra plenamente esta frase.
No es solo un modo de decir o una frase circunstancial. Hacer el bien a los demás significa sacrificarse, con dedicación, tenacidad, altruismo, por quien en la vida ha sido menos afortunado, haciendo el bien, al mismo tiempo, también a si mismo. Y para Romano Carletti, estos conceptos son clarísimos y ejemplares. Veamos porqué.
via Corriere.it
FederAnziani Senior Italia/YouTube
Cuando Romano supo que Jaffer, niño de Macedonia ciego de 6 años hijo de un carpintero, no podía llegar a la escuela por la falta de un servicio de asistencia sobre el autobús específicamente pensado para los menores discapacitados, ha decidido de entrar en juego y de intervenir concretamente.
El padre del niño, de hecho, trabajando durante todo el día, no podía acompañar al hijo a la escuela, cómplice también la distancia del instituto a su casa, casi 60 km entre ida y vuelta. La mamá, por su parte, no tenía el carnet de conducir y así Jaffer se ha encontrado en una situación donde ha arriesgado de no poder instruirse.
Romano, al corriente de todo esto, se ha armado de buena voluntad y cada mañana, por meses, se ha levantado temprano para bajar en auto al valle, llevando consigo a su pequeño pasajero especial y logrando hacerlo llegar en tiempo para el toque de campanas. El mismo trayecto, luego, viene repetido al regreso, cuando Jaffer sale de la escuela. La verdadera cosa emocionante es que que el hombre de 84 años no es un pariente, ni un amigo, ni de su familia. Es solo un vecino de casa que, conmovido de la historia del pequeño niño discapacitado, se ha transformado en una especie de "abuelo adoptivo".
Un gesto maravilloso, llevado adelante por meses, por la que Romano, de manera del todo inesperada, ha recibido el premio de "Abuelo del Año", un reconocimiento más que merecido, del que el anciano señor ha sido muy feliz. Del mismo modo, sin embargo, ha definido su gesto como un acto debido y necesario, cumplido en nombre de la justa igualdad que un niño discapacitado merece de tener respeto a todos los otros.
El servicio de asistencia para niños no videntes en el pulman escolar, al mismo tiempo, ha sido activado y Romano probablemente sentirá un poco la falta de Jaffer y de sus viajes hacia la escuela, compartidas todas las mañanas. Pero seguramente, nada cancelará la enorme generosidad de este hombre, un verdadero ejemplo de altruismo hacia los más débiles que muchos deberían seguir.