De mucama a jueza de suceso: la historia de Antonia, que ha logrado dar un giro neto a su vida
A veces en la vida hay situaciones y problemas que parecen irresolubles o condiciones a las cuales parecen ser destinadas sin muchas posibilidades de cambios. Para algunas personas, ello puede ser cierto, pero a menudo desesperarse o peor aún a resignarse, no son jamás los mejores caminos de salida.
La historia de Antonia Marina Faleiros lo enseña, porque mirando aquello que le ha ocurrido es fácil llegar a la conclusión que las barreras, incluso las más altas, a veces pueden ser superadas con un gran esfuerzo de determinación y creyendo en uno mismo. Así, esta mujer ha logrado de verdad a transformar su vida. Así es como lo hizo.
via Jusbrasil
Cuando tenía 12 años, Antonia ya trabajaba duramente en un campo de caña de azúcar en la región brasileña de Minas Gerais y como es obvio, no habría jamás soñado que su futuro podía reservarle alguna cosa de positivo. Hija de un obrero agrícola y de una ama de casa, creciendo, ha decidido de buscar suerte en la ciudad de Bello Horizonte.
Allí, incluso, en un primer momento para ella las cosas no han sido muy favorables. Sus condiciones de pobreza y las ganas de quedar igualmente en una gran ciudad la han llevado de hecho a dormir por ocho largos meses dentro de una parada de autobús. No obstante hubiera encontrado una ocupación como doméstica, de hecho, con su sueldo, igualmente no estaba en grado de sostener un alquiler.
Para no hacer preocupar a los parientes, Antonia fingía de tener una casa segura y un techo bajo la cual refugiarse, aunque si en realidad continuaba a dormir en la calle. Sin embargo, en su cabeza, el sueño de entrar a ser parte de la magistratura crecía y estaba siempre viva y presente.
Así un día, la oportunidad de su vida se ha presentado delante a ella, de hecho bajo la forma de...basura. Exactamente así, porque en un cesto cerca del lugar donde pasaba a menudo, la joven noto documentos tirados y sucios, que incluso le habrían sido muy útiles para estudiar e intentar de vencer un concurso como empleada en la Corte de Justicia.
Si bien las condiciones de los documentos no eran de las mejores, Antonia entendió que habían pertenecido a algún "personal especializado". Así los tomó y se da cuenta que podían de verdad volverse muy útiles para su objetivo. Comenzó así a estudiar, obviamente manteniendo siempre su trabajo de doméstica y a pesar de cada previsión más negativa, logró clasificar tercera.
El cambio tan esperado había llegado, junto con la asunción a un puesto seguro, que le habría dado la posibilidad de hacer carrera, vivir con dignidad y seguir sus sueños. Hoy, Antonia es una jueza establecida en Lauro de Freitas, Bahia y además de su trabajo, lleva adelante con pasión incluso proyectos de inclusión social para niños y personas que viven marginados.
Su historia representa sin dudas una enorme fuente de inspiración y motivación no solo por ella misma, sino también para todas las personas que, como ella, tienen solo necesidad de creer que también solo la buena suerte puede cambiar radicalmente la vida de cada uno.