Esta pareja y su hijo adoptivo demuestran a todos que no existen diferencias si hay amor
Hay diferencia entre ser madres y mamás así como entre ser padres y papás. Los primeros saben generar los hijos biológicamente, pero los segundos que tienen de verdad la capacidad, la paciencia, la fuerza y el amor necesario para criarlos.
Esto ocurre por ejemplo cuando una pareja decide de adoptar un niño, eligiendo de criarlo con afecto, sacrifico y conciencia cada simple día. Cualquier otro detalle no cuenta.
via Parents.com
Sadie y Jarvis Sampson son una pareja de afroamericanos que por un largo tiempo han buscado de tener hijos, haciendo cada posible intento. Por años se han puesto en manos de doctores de varias ramas de la medicina, desde especialistas en fertilidad a dietólogos, sin lamentablemente tener algún resultado.
Un día después, cuando parecían ya haber perdido las esperanzas y renunciar a la idea, la telefonada de un amigo ha cambiado todo. Dos jóvenes conocidos estaban por tener un bebé y habían tomado en consideración la oportunidad de darlo en adopción.
Aquella noticia inesperada e impreviscible ponía cada cosa en discusión. Después de tantas vicisitudes y desepciones estaba finalmente la concreta posibilidad de poder tener un hijo. Aquella llamada ha desencadenado una sucesión de eventos frenéticos, de comunicación a todos los otros miembros de la familia, cumplimientos burocráticos y administrativos, compras y preparativos en vista de una nueva llegada en casa.
Finalmente llegó el día de dirigirse al hospital y tomar al pequeño de solo dos semanas, un ser de apenas 2 kg que estaba casi todo en las grandes manos de su nuevo papá.
El niño, nacido de una pareja de blancos, tenia obviamente la piel clara, pero se trata de una característica de verdad insignificante porque desde aquel momento era todo y para todos hijo de Jarvis y Sadie. Esta útima ha contado su historia sobre las redes sociales, compartiendo toda la felicidad por haberse convertido en mamá.
Todo aquello que ella y su marido han tenido que afrontar, las esperas y los fracasos, ahora tenía un sentido. Era claro que todo era parte de un diseño, porque estaba ya el destino que se convirtieran en padres, quizás no como habían programado, sino ahora una orgullosa madre y un padre de un estupendo niño.