Hasta que no encuentres a alguien que se esfuerce por conquistarte cada simple día, queda soltera
A menudo, escuchando los consejos de las personas más expertas o navegantes, se nos enseña que tener una relación estable es en algún modo una bendición y que vale la pena hacer todos los esfuerzos posibles para hacerla mantener en pie. Nos viene en algún modo sugerido que las relaciones son un trabajo, una ocupación cotidiana hecha de compromisos y de aceptaciones. Pero reflexionen bien: la vida es demasiado breve y pasajera para aceptar cualquier cosa que no nos completa. Las fases de la existencia se suceden así rápidamente que no tiene sentido desperdiciarlas aceptando compromisos, sobre todo si nos llevan lejos de aquello que somos de verdad. En otras palabras: ¡una relación no debe ser un trabajo!
Ya estamos bastante precionados por las cargas de la vida: la familia a la cual rendirle cuentas, los colegas que soportar, la salud, las boletas y las tareas cotidianas. A esto, no tiene sentido agregar las cargas de una relación que nos pesa en vez de aliviarnos. Un amor no debería hacernos llorar, no debería hacernos pesar las palabras, no debería instalarnos inseguridades. Volver a casa de la propia pareja o encontrarla al final del día debería sugerirnos solo placer y sentido de paz, no tensión y frustración. Si no han encontrado aquel tipo de persona, es mucho mejor que queden solteros.
Queden solteros hata que no encuentren alguno que quiera comprometerse de verdad y que no los arrastre en un juego de masacre de complejos e inseguridades. Quédense solteros hasta que no encuentren a alguien que se alegre de verdad de vuestros sucesos y no anide un sentido de inferioridad. Quédense solteros hasta que no encuentren a alguien que los soportará en todo y para todo, inclusive cuando estén en error, porque sabrá que en una verdadera relación las cosas se hacen juntos, ya sea en tiempo de quietud que en tempestad.
El amor, aquel verdadero, debe hacernos volar. Y no solo en los primeros meses de la relación, sino después de años, merecen alguno que busque de conquistarlos cada día, que los asombre con pequeños gestos de afecto, que note cuando están de mal humor y busquen de alegrarlos en modo de hacerte sonreír.
Hasta que no hayan encontrado todo esto, será mejor que se concentren sobre el amor hacia ustedes mismos y hacia aquello en que se están convirtiendo. No se conformen con los compromisos: el amor no debe ser difícil, debe ser maravilloso.