Los miembros de la familia pueden provocar heridas en el alma que luego resultan difíciles de sanar
En la vida es inevitable tener heridas en el alma de una situación o de alguno. Desde niños, sin embargo, aprendemos que se necesita superar los disgustos en algún modo. Lamentablemente a veces es muy difícil levantarse después de haber estado heridos por alguien muy querido, como por ejemplo un pariente estrecho. Las llamadas heridas familiares pueden emplear más de lo previsto a sanar, en el peor de los casos podría continuar a hacer mal toda la vida. La familia es el lugar en que todos queremos podernos sentir protegidos, pero a menudo es justamente aquí que encontramos quien está pronto a herirnos.
Las discusiones en familia provocan siempre mucho disgusto: una palabra equivocada dicha de un pariente, luego desde una persona de la cual pensamos de podernos fiar, hace mucho más mal de una dicha de un amigo o un extraño. Un trauma vivido por niños queda impreso para toda la vida: para superar un disgusto se necesita tiempo, pero para superar un disgusto provocado por un familiar se necesita mucho, mucho más.
Es más, existe un estudio que prueba que en realidad es solo un modo de decir aquello que el tiempo cura las heridas: sustos o traumas pueden condicionar una vida entera, afrontados en la manera justa. A menudo, de hecho, se busca de olvidar aquello que ha provocado emociones negativas, de hecho negar que haya sucedido. En este modo, sin embargo, el miedo y el disgusto no viene metabolizado y volverá a asomarse durante el curso de la vida bajo diferentes formas, carácter introvertido, ansiedad, ataques de pánico.
El hecho que las heridas familiares son las más difíciles de afrontar está confirmado de la existencia de una reciente rubrica científica, la epigenética: esta materia estudia en que modo un trauma de inmediato se transmite en las generaciones sucesivas. Ha sido visto, por ejemplo, que una mujer embarazada que sufre un evento traumático, puede transmitirlo al feto, por ejemplo haciéndolo más susceptible al estrés.
En la vida se necesita aprender a ser fuertes, a levantarse después que alguna cosa o alguno nos tira abajo: se necesita también aceptar el hecho que para ciertas heridas se necesitará más tiempo de lo previsto y que también de la familia, lamentablemente, podemos recibir golpes bajos inesperados.