Este perro generoso salva de la lluvia a un gatito friolento y lo lleva a casa como si fuese su amigo
Aunque si los film, dibujos animados y otras formas de entretenimiento parecen sugerir lo contrario, perros y gatos pueden ser amigos y esta historia verdadera lo demuestra. Hazel es una simpática mezcla entre un chihuahua y un caniche que vive en Abilene, en Texas. Su mezcla de razas lo hace un perro único, de hecho además de su ternura, Hazel se distingue por ser muy amigable. Y ha sido propio esta cualidad que ha salvado la vida de un pobre gatito indefenso.
via Happily
En un día gris y lluvioso, los propietarios del perro dejaron salir a Hazel al jardín para hacer sus necesidades. No obstante la fuerte lluvia y el frío, Hazel debía quedarse algunos minutos afuera en una prisa furiosa no obstante el mal tiempo en curso, solo que esta vez el perro ha empleado más de algún minuto para regresar a casa...
Según Mónica, la propietaria del perro, todo ha ido según la rutina de Hazel hasta cuando ha vuelto a casa con una sorpresa inesperada. El perro, que se apuraba para entrar de nuevo y escapar de la lluvia, fijaba un punto en el garage de su casa; independientemente de la lluvia, Hazel comenzó a ladrar y a acercarse al garage.
Lo que no sabía, era que en el caos del garage había un gatito abandonado, de no más de una semana, que buscaba de escapar del frío y del agua. El pequeño animal no hace otra cosa que maullar debilmente, cosa que llamó la atención de Hazel. En vez de atacarlo, asustarlo o simplemente ignorarlo, Hazel comenzó a transportar el gatito de su refugio repentino y a acompañarlo hasta la casa. Mónica no lograba creer que su perro haya salido y que ahora estaba volviendo con una amiga adoptiva.
El gatito caminaba graciosamente bajo la lluvia mientras seguía a Hazel; el perro hace algunos pasos y luego se giró para asegurarse que su nueva amiga lo estuviera siguiendo y luego, a la llegada de casa, el gatito no logró subir al jardín que lo habría hecho entrar en casa, entonces Hazel la aferró con la trompa y la levantó. Entraron ambos a la casa y fueron a calentarse a la cama de Hazel. Mónica, al mismo tiempo, parecía asombrada: era obvio que su perro había adoptado un gato y tenía que tomar una decisión: ¿tener o no el gatito en casa? Al final Sheeba, así ha sido bautizado luego el gatito, ha ido a vivir felizmente con la hermana de Mónica.
¿Y quien ha dicho que la amistad entre perro y gato no puede existir?