El aislamiento puede hacernos reflexionar sobre cuánto dábamos por sentado las pequeñas cosas de nuestra vida
Cuando nos quitan algo, comprendemos el valor. Con demasiada frecuencia damos por sentado incluso las cosas menos banales y llamativas de nuestras vidas; tomado por nuestro ritmo frenético, no nos damos cuenta más de nada. No nos damos cuenta de lo que nos rodea, de quién nos rodea, de lo que pensamos y lo que sentimos hacia las personas que nos importan, o de aquello que en cambio estas personas sienten frente a la vida. Hacía falta el aislamiento forzado para enamorarnos de nuevo de la vida.
via Psychology Today
En este momento de aislamiento común, todos se enfrentan a las mismas preguntas existenciales:¿en qué estado de mi vida me encuentro? ¿Habré actuado bien en ese determinado momento? ¿Habré en cambio hecho mal? ¿Me siento satisfecho de mi existencia hasta hoy, o quizás era ya hace un tiempo que no nos sentíamos exactamente en equilibrio?
Tener más tiempo para nosotros, más allá de lo aparente, nos pone de frente a todo aquello que antes dábamos por sentado, pero que ahora extrañamos tremendamente: un abrazo no dado hacia nuestros padres, un beso de nuestro compañero de vida, mirar a los ojos a nuestros amigos y conocidos, ir a dar un paseo por el mar, sentir que el viento nos despeina el cabello, broncear nuestra piel al sol.
No, durante este aislamiento forzado no extrañaremos necesariamente viajar a lugares cercanos o lejanos, pero sí extañaremos mucho las pequeñas cosas de nuestra vida cotidiana, justo aquellas pequeñas cosas que antes dábamos demasiado por sentado. Si hay algo positivo de esta cuarentena colectiva es que, tarde o temprano, todos entenderemos cosas y cambiaremos, probablemente para mejor.
Necesitábamos de el aislamiento colectivo de todo el mundo al final, ¡para entender que la vida es realmente hermosa!