Un hombre de 93 años hace dedo para ir a comprar una tableta de chocolate para comer con la mujer
Las medidas de cuarentena y aislamiento debidas al Coronavirus literalmente han convulsionado la vida de todos. De un día para el otro, en muchísimos países del mundo, nuestros hábitos han cambiado, de manera inesperada. Es por eso que hemos tenido que repensar y adaptarnos a la crisis actual de todo aquello que hacíamos habitualmente cada día. Hay quien, sin embargo, frente a tanta confusión, ha decidido ingeniárselas y no renunciar a lo que más le importa.
El hombre de 93 años del cual estamos por hablarles es un ejemplo: se arriesgó a una "aventura" de hacer dedo para hacer un gesto muy romántico.
El hombre de 93 años en cuestión se llama Mike, y vive en California, en el condado de San Diego. Desde hace aproximadamente unos 20 años que comparte con su mujer una tradición dulce y particular: cada noche, luego de la cena, los dos dividen algún pedazo de chocolate de una tableta, para un pequeño y delicioso descanso.
Con la cuarentena, sin embargo, el chocolate se ha terminado y para Mike y su mujer, no ha sido posible poder ir a comprarlo. Entonces, el anciano no se ha dado por vencido y ha decidido salir a la calle, con máscara y andador, para alcanzar el negocio donde sabía que habría encontrado la tan deseada tableta.
Imposible, sin embargo, recorrer a pie y en sus condiciones los aproximadamente 2,5 km de distancia. ¿Cómo hacer entonces? Simple: pedir un viaje. Justamente así: Mike, como si no pasara nada, hizo dedo y, en aquel momento, se encontró al pasar con el agente inmobiliario Rich Farmer que, incrédulo frente a esta escena, ha pensado en hacerlo subir al auto y acompañarlo al negocio.
Es inútil describir el asombro de Rich cuando ha escuchado la historia de Mike. El hombre ha sido felíz de poder llevarlo a hacer las compras (¡Mike ha comprado 35 tabletas para abastecerse!), pero también le ha dicho al anciano de no aventurarse en otras situaciones que pudieran ponerlo en riesgo, ofreciéndose acompañarlo. Por suerte, en la calle, el anciano de 93 años enamorado ha encontrado a un hombre generoso, que le ha permitido cumplir con su dulce "misión" de amor.