El nieto restaura a escondidas el viejo auto del abuelo: cuando se lo muestra, él casi se desmaya de la alegría
Un padre haría realmente todo para ver felíz a un hijo: sacrificios, consejos, cercanía, ayuda son todas cosas que entran en el espléndido rol de estas figuras insustituibles en la vida de cada uno, pilares fundamentales.
Si todo esto es verdad en lo que respecta a padres y madres, es igualmente cierto también para los abuelos. El vínculo que se crea entre un abuelo y un nieto es algo único y especial, tanto que también los mismos nietos viven y recuerdan a la familia "vieja" como personas gracias a las que logran formarse y crecer de la mejor manera. Lo saben bien Cam y Fred, nieto y abuelo protagonistas de la bella historia que estamos por contarles.
via Fox 10 Phoenix
Los autos viejos, para muchos, son verdaderos "pedazos de corazón", objetos que nos hacen ver hacia atrás recordando cosas muy lindas, por "aventuras" vividas a bordo de ellos, o por la alegría que teníamos cuando los hemos comprado y usado. También para Fred es así: el hombre tiene un cariño muy grande por su Chevrolet Bel Air de 1957, un auto estupendo, un verdadero símbolo sobre ruedas de los años 50 en los Estados Unidos.
El abuelo de Cam compró el coche cuando tenía solamente 28 años. Los primeros autos, como muchos ya saben, no se olvidan jamás, y también para él ha sido así, ya que su hermoso Chevrolet permaneció ligado a muchos maravillosos recuerdos de la juventud. Con el paso de los años, sin embargo, el tiempo se ha hecho sentir también para este auto, una vez radiante y practicamente perfecto. El uso poco frecuente por parte de Fred ciertamente no ha podido mantener el auto "joven" como era antes en un tiempo.
Y es así cuando Cam decidió intervenir. Para el cumpleaños número 81 de su abuelo, del cual heredó la pasión por los motores, decidió de tomar su hermoso Chevy y restaurarlo completamente. En todos esos años, Fred no tuvo jamás el coraje de desecharlo o vender el coche pero, por varios motivos, no tuvo nunca ni siquiera la ocasión para arreglarla.
Entonces ha pensado su nieto Cam. El auto ha sido restaurado con su espléndida pintura roja oscura, y con muchísimos otros detalles no menos importantes. Con los ojos vendados, Fred fue conducido por el nieto para descubrir su especial regalo de cumpleaños. Inútil describir la emoción que ha sentido al ver su Bel Air brillante como en aquellos tiempos, como si recién hubiera salido de la fábrica. El hombre no lo podía creer, pero era verdad: Cam tuvo para con él un gesto hermoso demostrando, como si existiera la necesidad, de ¡cuanto es maravilloso el vínculo que une abuelos y nietos!