A veces, mantener a salvo un matrimonio en crisis en vez de divorciarse puede generar efectos negativos en el niño
Vivir la experiencia del divorcio o de la separación no siempre es saludable para la pareja involucrada y que siente como el verdadero amor desaparece inexorablemente con el tiempo, pero también para los eventuales hijos; si en la pareja ya son madres y padres de un niño, las consecuencias psicológicas de la desintegración del núcleo familiar pueden ser innumerables y muy serias. Pero aún mas serias, para el eventual hijo, son las consecuencias de un matrimonio "tóxico, guardado dentro de las paredes de la casa para no intimidar al niño...
via Psychology Today
Renunciar al divorcio o a la separación conjunta por el "bien" del hijo y para la protección de la salud mental es uno de los errores más grandes que pueden cometer los padres en crisis. No sólo mantener "a salvo" un matrimonio que no funciona alimenta una atmósfera no muy sana y poco estimulante dentro de las paredes de las casas (constantes discusiones entre madre y padre, inconmprensiones, tensiones, mucha negatividad en el ambiente), pero puede tener consecuencias directas para la psicología interior del hijo.
El hijo puede de hecho desarrollar una baja autoestima de si mismo, tener problemas psicológicos e interrelacional con sus propios compañeros de la escuela, o también podría tener problemas de comunicación con los demás, ya sea fuera o dentro de la casa: un lento pero progresivo "encierro" en si mismo no es infrecuente en estas situaciones familiares.
Otro trastorno no menos frecuente es el de las actitudes por parte del niño en el momento de desarrollo y que está viviendo en el "encarcelamiento" de las paredes de su casa, de acciones no muy sociables, a veces violentas con los propios amigos, conocidos, y también en los comportamientos con los maestros de escuela; un cuadro psicológico acumulado que, si no se toma a tiempo, podría obligar a los padres ya en crisis conyugal a tener que escuchar un especialista para ayudar a su hijo en dificultades.
En fin, pareciera que llevar adelante un matrimonio complicado con tal de ver "feliz" a su hijo es una pésima idea, con consecuencias muy peligrosas; en estos casos extremadamente delicados, mejor confiar en el sentido común de los padres y convencerse de firmar los documentos del divorcio que se han discutido durante tanto tiempo, o tomar en consideración una separación conjunta. Incluso si no lo parece, su hijo podría beneficiarse en un futuro.