Un padre en dificultad ordena comida para las hijas sin comer nada: no tiene suficiente dinero
Cualquier padre que se respeta sabe que, antes o después, deberá sacrificar alguna cosa personal por el bienestar de los propios hijos. Asegurarse que los pequeños sean felices, protegidos y en salud, del resto, es una cosa más bien normal para padres y madres, una "ley no escrita" y universal.
Cueste lo que cueste, comportamientos del estilo serán siempre valiosos y presentes, incluso si las condiciones de vida del padre de turno no son de las mejores. Lo sabe bien el padre del cual estamos por contarles, un hombre que, no obstante sus posibilidades limitadas, ha decidido de satisfacer las necesidades de sus hijas ahorrando dinero suyo, incluso, cuando se trataba de comer.
via ABS-CBN
La imagen es de aquellas que quedan impresas en la memoria con una simple mirada. Estamos en Filipinas y el padre en cuestión, delgado y visiblemente fundido en la miseria, está sentado en un local de comidas rápidas junto a sus hijas que comen pollo frito. Una escena totalmente normal, si no fuera porque el hombre, por falta de dinero, ha decidido de hacer de comer a las niñas y de no pedir nada para él.
Exactamente así: este padre solo, que luego se ha descubierto de haber sido afectado por un ataque cerebrovascular, lleno de amor y atenciones por sus niñas, literalmente se ha prohibido de comer por ellas. El hombre, así, ha dado al mundo una representación ejemplar y auténtica de que cosa significa ser atruistas, emocionando muchísimo a los usuarios de la web.
Después de la publicación de las fotos, emergieron mayores detalles sobre la historia de este padre desafortunado. Se llama Ryan Arebuabo, tiene 38 años y después de la enfermedad, no ha estado en grado de trabajar más. Separado de la mujer, ha quedado con las hijas y vive con ellas en una casa humilde en Manila. No obstante estas condiciones dramáticas, el hombre no se ha dado nunca por vencido y ha continuado a ganarse la vida para vivir vendiendo comida con un puesto movil para continuar mandando a las hijas de 6 y 8 años a la escuela.
Ganando lo mínimo necesario, Ryan intenta cada día seguir adelante, pero no siempre logra satisfacer también sus necesidades. Una historia, la suya, simplemente emocionante, que ha recordado a todos cuanto es importante y maravilloso practicar generosidad hacia los demás, incluso en las peores condiciones.