Si un niño se niega en abrazar o a interactuar con alguien, nunca debe ser obligado a hacerlo
En la familia, entre amigos o también frente a extraños, hay una circunstancia que todos los padres tarde o temprano tienen que vivir. Esto sucede cuando un hijo, en presencia de otras personas, se muestra tímido y reacio a las demostraciones de afecto.
La mamá o el papá instan en ese momento al pequeño a que salude, hable o interactúe físicamente, con el temor que su desgano sea interpretado como una falta de educación. Nada más equivocado. Aquí porqué:
via The Guardian
No hay que jamás obligar a un niño a confiar, abrazar o besar a alguien en contra de su voluntad. La infancia a menudo es considerada una versión demasiado incompleta de la edad adulta, durante la cual faltan recursos para comportarse de manera lógica y adecuada. Esta convicción es relativamente correcta en muchos contextos, pero no en todos. El niño posee ya muchas estructuras emocionales que lo hacen capaz de elegir lo que es mejor para él. Negarse a ser expansivo quiere decir simplemente que el instinto lo guía en esa dirección.
Este comportamiento no debe impedirse o corregirse, porque no hay nada que "ajustar". La voluntad de los más pequeños debe ser respetada porque de esta manera ellos forman su propio carácter y entienden que tienen su voz.
También ellos tienen derechos, como el de decir "no" o "basta" si algo no les gusta o no tienen ganas. Obligarlos a tener actitudes sociales que impacten en su forma de ser, corre el riesgo de exponerlos a graves riesgos en el futuro. Los niños comprenden que tienen acceso a sí mismos, de su propio cuerpo y de poder decidir de manera espontánea. Criarlos de manera coercitiva puede alterar la capacidad de persibir el mundo y sus peligros.
Un individuo criado con la conciencia de su autonomía, será más sano, independiente y tranquilo. Poco importa si algún pariente o vecino de casa pensará que "no es cariñoso como los demás". Muchos tienen recuerdos aterradores de tíos, tias o desconocidos dispuestos a regalar afectuosos pero fastidiosos besos y abrazos. ¿Porqué hacer que tus hijos también revivan ese mismo pasado?