Después de un turno de 13 horas vuelve a la casa y le pregunta a la mujer si le sirve una mano para hacer las tareas domésticas
En la cultura americana, en los film y en las publicidades de los años '50, se destacaba una particular imagen icónica de la familia. El hombre al regreso de la oficina era recibido en la sala por la mujer amablemente que le sostenía el calzado y le ofrecía de beber sonriente.
Aquel escorzo de vida doméstica casi daba a entender que solo los hombre podían estar cansados. A las mujeres, de hecho, les esperaba la total gestión de la casa y acudir a los hijos.
Mirar aquellas fotos y aquellos video clips es un poco como observar los dibujos pictóricos hechos en la prehistoria. Por suerte hoy muchas sociedades han evolucionado y desde este punto de vista existe la regla de la colaboración y del juego en equipo. Un ejemplo de aquello es la historia posteada sobre las redes sociales por Jessica Maddux, una mujer, pero también una madre. Un día como cualquier otro, su marido ha entrado en casa después de un turno de trabajo de 13 horas, pidiéndole si podía ser útil en algún modo.
En verdad aquel comportamiento no es la excepción en casa Maddux, sino más bien es la regla. El buen hombre se vuelve útil cada vez que puede, aliviando el peso de Jessica en sus tantas ocupaciones cotidianas.
Aquella vez, sin embargo, la mujer ha pensado de inmortalizar el momento y de compartir con el mundo el regalo de tener un compañero tan amoroso y colaborador. Como tantos hobres, él sabe ser un buen padre, un trabajador incansable, un amante premuroso y un apoyo afectivo para su familia. Cuando se tiene la responsabilidad de una familia no existen excusas, las cosas se hacen de a dos.
Ocurren días en que se desearía solo hacer una ducha y meterse en la cama, pero el deber llama. Los hijos tienen necesidad de atenciones y siempre hay algo que hacer o un problema que resolver. Por suerte, si hay acuerdo, comprensión y entendimiento, este cansancio es dividido de modo equánime y se soporta más facilmente. Cambiar los pañales, cocinar, lavar los platos o hacer las compras no hace a un individuo menos viril, sino más bien es la diferencia que separa el ser macho del ser un hombre.