Una joven adoptada encuentra a su padre luego de 24 años y descubre que trabajaban para la misma empresa de voluntariado
Casi todos los niños que han sido adoptados, en un punto de la vida sienten el impulso de buscar a sus padres biológicos. Eso no quiere decir que rechacen a la familia que los ha acogido. Se trata simplemente del instinto natural de encontrar las propias raíces, de encontrar respuestas a algunas preguntas y de liberarse finalmente de aquella sensación de lo no resuelto. No siempre esta experiencia concluye de manera feliz, pero cuando esto sucede es como si cada pieza encajara en su lugar.
via Daily Mail UK
Will Russell hoy es un hombre cambiado, más maduro, en una sola palabra, mejor. Era muy joven cuando se convirtió en padre de la pequeña Amy, quizás demasiado. En esos tiempos su vida era muy diferente, no tenía estabilidad y luchaba contra la dependencia del alcohol. Apenas podía cuidar de si mismo, por lo tanto no habría podido nunca cuidar a una niña. Se vió obligado a darla en adopción. Con el paso del tiempo el hombre ha tenido una verdadera metamorfosis interior. Dejó de tomar y comenzó a ocuparse del prójimo.
Una especie de movimiento espontáneo lo condujo hacia la Phoenix Rescue Mission, en Arizona. Esta organización cristiana, ofrece ayuda y apoyo a los más necesitados. De simple voluntario Will luego pasó a cubrir un lugar a tiempo completo, hasta convertirse en pastor.
En 2013 Amy, ya grande, quizo localizar a su padre natural. Ha logrado contactar a uno de sus hermanos y de él obtuvo el nombre y el teléfono de Will. Muy emocionada lo ha llamado y los dos se vieron pocos días después en un bar para desayunar juntos.
El encuentro ha sido increíble, entre miedo, verguenza, nervios y alegría. Amy le contó de ella y Will le dijo como habían transcurrido esos 24 años, de sus problemas con el acohol y de su segunda existencia. Las horas volaron y el hombre, aunque con pesar, le dijo que debía irse porque lo esperaban en la misión.
Cuando la joven sintió esas palabras quedó asombrada: sin saberlo los dos trabajaban desde hacía tiempo para la misma organización, aunque en departamentos diferentes y lejos entre ellos. Esa reunión, ya de por sí extraordinaria, se ha convertido excepcional: era la señal que algo inexplicable los había atraído al mismo lugar.
La prueba es que aunque estaban lejos, entre ellos siempre existió un vínculo.