Un carpintero ahorra dinero durante toda la vida: gracias a sus sacrificios 33 jóvenes pueden inscribirse en el colegio
A veces es de personas más humildes y simples que nacen los gestos de humanidad y altruismo más grandes, aquellos que pocos son capaces de poner en práctica incluso durante toda una vida. Dale Schroeder era uno de ellos y sin clamor, ha dedicado sus tareas y sus ahorros en hacer el bien a los demás, buscando de asegurar a decenas de personas uno de los bienes más importantes que se pueda tener en la vida: la instrucción.
Cuando falleció, en el funeral de este hombre no estaban los familiares más estrechos, sino que a la ceremonia se han presentado unos 33 extraños, todos unidos por un fuerte sentimiento hacia Dale: se sentían exactamente como sus hijos.
via KCCI
Schroeder era un humilde carpintero de Iowa, que en la vida siempre le ha dedicado mucho tiempo a su profesión, realizada con paciencia y dedicación. No se concedía ningún ocio o pasatiempo, conduciendo una existencia simple y más bien frugal. Los grandes ahorros que ha acumulado durante todos los años en que ha trabajado, para él, tenían un objetivo muy preciso: ayudar a las personas en dificultad y afrontar los gastos del colegio.
Exactamente así: para muchas personas, llegar a un adecuado nivel de instruccion no es de hecho una simple cosa, a menudo por causa de altas cuotas que pagar para inscribirse y mantenerse en los estudios. Vista la considerable cifra de la cual Dale disponía (casi 3 millones de dólares) ha decidido, sin pensarlo demasiado, que aquel dinero, después de su muerte, habría sido perfecto para financiar la instrucción de unos 33 jóvenes ciudadanos. Y los resultados, para su alegría, no han tardado en llegar, visto que muchos de ellos, hoy, son profesionales establecidos.
La historia de este hombre de increíble generosidad ha sido contada por Kira Conrad, una de las personas que ha sido ayudada por Dale, visto que su familia no podía permitirse en ningún modo de enviarla al colegio.
Inútil describir la sorpresa de la joven que como los otros 32 afortunados destinatarios de la generosidad del hombre, le debe mucho prácticamente a un desconocido, al cual lametablemente no podía ni siquiera ser agradecido por aquello que ha hecho, visto que ya no estaba más.
Casi no hay palabras suficientes para describir el enorme altruismo de la cual este hombre se ha hecho portador. Schroeder ha sido, y será siempre, un modelo de imitar, un ejemplo perfecto de como se puede de verdad dejar un signo imborrable en el corazón de las personas.