Este operador del 911 ayudó a salvar las vidas de un niño y de un anciano en el transcurso de una hora
No todos los héroes usan una capa y son conocidos por el mundo entero. A menudo quizás lo olvidamos, pero los gestos más significativos, valientes y ejemplares vienen de personas comunes, que pasan casi inadvertidas pero que merecen ser elogiadas precisamente como las demás.
Piensen por ejemplo en los operadores que todos los días responden a los números de emergencia. Al principio podríamos pensar que su rol es simplemente el de tomar llamadas y alertar a los servicios de emergencia, pero en realidad hacen mucho más, como ha demostrado la joven de 21 años de la que estamos por hablarles.
via People
Flagler County Sheriff's Office/Facebook
Se llama McKenzie Davis y es una operadora del número de emergencia estadounidense 911 que trabaja en Florida, en el Condado de Flagler. Su trabajo (y el de sus colegas), no es para nada simple y obvio, dado que los operadores de emergencia son los primeros que reciben las llamadas de quienes se encuentran en problemas y, además de alertar a las emergencias, deben también ser buenos en tranquilizar a las personas y quizás sugerir operaciones para realizar de inmediato.
Una tarde, McKenzie respondió una llamada de una madre muy agitada, que sostenía que su hijo de 6 meses había dejado de respirar. Intentando calmar a la mujer, la joven le ha explicado como efectuar el masaje cardíaco. La mamá logró poner en práctica las indicaciones de la operadora y los consejos para la reanimación cardiopulmonar estaban funcionando.
El niño ha comenzado a respirar y a moverse, con inmensa alegría de ambas: estaba a salvo. A ese punto la joven envió inmediatamente una ambulancia para las debidas comprobaciones. Pero las emociones de aquella tarde no estaban destinadas a terminar allí. Aproximadamente una hora después llegó otra llamada.
Parece imposible, pero la emergencia era casi la misma que la joven Davis había tenido que enfrentar poco antes. En el teléfono había una mujer que gritaba, desesperada porque su marido, un hombre anciano, había dejado de respirar mientras estaba en la piscina. Nadie de los presentes sabía como hacer la reanimación cardíaca, entonces McKenzie los invitó a poner el teléfono en altavoz y los guió paso a paso para la delicada maniobra. Mientras tanto, envió a las emergencias y por suerte, cuando llegaron, el hombre se salvó.
En resumen: en el transcurso de una hora, esta joven, "escondida" detrás de un número de teléfono tan predecible pero tan importante, logró salva dos vidas gracias a su rapidez de pensamiento, a su sangre fría y a las capacidades de explicarse. El suyo (y el de muchos otros "héroes discretos") es mucho más que un trabajo de rutina: estas personas son los primeros rescatistas de quienes están en problemas. ¡No queda más que felicitar a esta joven y desear que pueda ayudar todavía a muchas otras personas!