Una maestra adopta a un estudiante con un pasado muy difícil: ahora son una familia extraordinaria
A veces, la familia no es aquella que está ligada a nosotros a través de las leyes de la biología, sino que es aquella formada simplemente por personas que en nuestro recorrido de vida nos apoyan, nos aman sin distinción, hacen todo para tratarnos como hermanos. Por esto el acto de adopción de un niño o de un joven en dificultades es uno de los más caritativos y que se pueden hacer en nuestra vida; algo que sabe bien Amy, una de las protagonistas de esta hermosa historia con buen final.
Amy Krusemark se encontró por primera vez con Robert Hurley cuando era una profesora de la secundaria, el joven muy dispuesto y muy estudioso, sin embargo, venía de un pasado turbulento y traumático. De hecho, Robert había crecido entre maltratos y la negligencia, dado que la madre era una traficante de drogas y el padre un drogadicto. Afortunadamente, la ley logró arrancar a Robert de su familia biológica e introducirlo en una casa de familia que lo ha ayudado a salir de aquel período espantoso y abrir un nuevo capítulo de su vida
Gracias a algunos voluntarios, Robert se concentró en el estudio, hasta convertirse en un estudiante modelo en la escuela secundaria a la que asistía; precisamente allí Amy conoce al joven en su calidad de profesora; la mujer, apenas supo que la casa de familia donde vivía pronto lo trasladaría, se opuso y buscó todas las maneras para poder convertirse en tutora legal del joven.
Y ahora, Robert se convirtió en un integrante de la familia Krusemark, rodeado de personas que lo han aceptado sin ningún prejuicio, que lo han alentado a mejorar siempre, a dejar atrás el pasado y a convertirse en un estudiante modelo. Ahora, Robert recibió muchas ofertas de becas de estudio de universidades prestigiosas, entre ellas Yale, Stanford, Duke, la Universidad de Pennsylvania y la de Florida, eligiendo al final Stanford y una carrera en medicina.
Un final feliz para este joven criado en un malestar social y adoptado legalmente por una familia que lo sabe amar como si fuese su hijo. ¡Un final feliz muy merecido!