El portero cae de rodillas por la emoción: los colegas reúnen $ 7000 para comprarle un auto
Robert Reed es un hombre de 60 años que trabaja como portero en la escuela primaria de Farmington, en Germantown, en Tennessee (USA). Un hombre humilde, dedicado siempre a su trabajo. Gracias a su personalidad solar y atrapante, además de su impecable eficiencia en el trabajo. Mr. Reed se ha ganado el respeto y el amor de toda la escuela después de solo cuatro meses de ser contratado. Todos aman al señor Reed por lo que hace y por como trata a las personas, por eso todos los padres y los maestros del instituto se han querido prodigar en una generosa colecta, para poderle regalar finalmente un auto. El incansable portero, de hecho, no posee un medio de transporte suyo y cada día, debe tomar muchos autobuses y caminar algunos kilómetros para llegar a la escuela donde trabaja.
El señor Reed es un trabajador incansable, que se despierta cada mañana muy temprano para poder llegar a la escuela y que regresa a la casa no antes de las ocho de la noche. Cada día. Inclusive el señor Reed, siempre tiene una sonrisa pronta para todos y está siempre en la búsqueda de trabajos extra en el interior de la escuela, deseoso de poder ayudar en algún modo. Robert trabaja en la escuela de Farmington como portero desde hace solo 4 meses, pero es ya bienvenido por todo el personal docente y también por los estudiants. Cada día, sin embargo, Robert debe tomar unos 3 autobuses y caminar por más de 3 km antes de llegar a la escuela, un recorrido que luego debía hacer también al regreso, obviamente. Considerada su extrema bondad y sus ganas incansables de ayudar en el interior del instituto, todos los padres de los alumnos, incluso también el cuerpo docente, han querido homenajearlo con un regalo inesperado.
Cuando una de las maestras le ha comunicado al portero que todos juntos habían reunido unos 7000 dólares solo para él, para que pudiera comprarse un auto y llegar al trabajo, Robert cayó de rodillas a sus pies, abrazándola. La emoción ha sido tan fuerte, que el portero no pudo contener las lágrimas por la emoción y agradeció a todos, muy feliz de haber encontrado en la escuela una segunda familia.