Salva del frío a una vendedora ambulante comprándole toda la comida, luego la dona a los vagabundos de la ciudad
Quien se ve obligado a trabajar fuera de sus casas, al exterior, debe lidiar siempre con un problema importante, como los agentes atmosféricos. Pensemos, por ejemplo, en los vendedores ambulantes: estas personas deben estar dispuestas a trabajar con la lluvia, con el sol, con el viento, con el frío o con el calor, si desean ganar algo de dinero. En algunas ciudades como Chicago, sin embargo, el viento y el frío son tan agresivos que el riesgo de contraer un fuerte resfrío, o algo peor, es una constante.
Por esto, Robert Magiet, un restaurador de Chicago, se detuvo inmediatamente cuando vio a una mujer helada vendiendo comida en la calle en pleno invierno, con temperaturas realmente muy frías. ¡En el acto, el hombre le hizo una oferta que merecía ser aceptada de inmediato!
Cuando Robert vio a una mujer helada, vestida con mucha ropa, que vendía comida callejera en la esquina de la calle de la ciudad, no pudo evitar detenerse. La mujer, a pesar que tenía una campera pesada, un gorro y la máscara, sufría claramente el viento y el frío de ese día tan duro. Robert, entonces, se ofreció a comprarle todos los panecillos presentes en el carro, de manera que la mujer pudiera irse a calentarse a su casa sin el temor de haber perdido la jornada laboral.
Además de la compra de toda la comida, Robert se ofreció también en dejarle una generosa propina. Una oferta tan considerada que no podía ser rechazada y la mujer, entonces, pudo regresar a su casa, resguardada del frío. Naturalmente, la vendedora ambulante no dejó de darle las gracias a Robert: ¡le hizo un hermoso regalo!
Luego de haber cumplido esta buena acción, Robert se encontró con decenas y decenas de panecillos frescos que, en ese momento, decidió donar a los vagabundos del barrio y a las familias más necesitadas.
El día después, decidió continuar con su iniciativa personal, preguntando en su página de Facebook si alguien conocía a otros vendedores ambulantes "para salvarlos del frío" en la ciudad. En su campaña benéfica, el hombre involucró también a otros amigos restauradores. Robert sabe bien lo que significa tener una actividad comercial durante un período de crisis, caracterizado por una pandemia global, y a su manera, intenta ayudar a quienes tuvieron menos suerte que él.
Pocos días después logró replicar la misma buena acción con otros tres vendedores ambulantes locales y continuó donando comida comprada a los indigentes de la ciudad. Después de eso, ha llamado a algunos amigos restauradores, entre los cuales el propietario de una pizzería, para pedirle que ponga a disposición la cocina una vez a la semana: "Tú sabes cuánto les encanta la pizza a los niños" le imploró Robert, convenciéndolo a donar pizza gratis a las familias más necesitadas del barrio.
Para Robert es normal ayudar a las personas que necesitan un poco de comida y como restaurador, está feliz de poder contribuir a la felicidad de algunos en este sentido. Un aplauso a la iniciativa personal de este hombre que está ayudando mentalmente, económicamente y físicamente a aquellos que se sienten más frágiles en este período de crisis e inestabilidad.
