Con 94 años trabaja en el campo más de 10 horas al día: los hijos lo abandonaron
¿Lograrían imaginar haber transcurrido toda la vida trabajando y tener que continuar haciéndolo incluso a los 94 años? A medida que avanza la edad trabajar se vuelve cada vez más difícil y el apoyo de los seres queridos, amigos o familiares, se convierte necesario para poder pasar la vejez con tranquilidad. Sin embargo, no todos los hijos parecen ser capaces (o están dispuestos) a cuidar de sus padres ancianos. Una mujer ha encontrado a un hombre de 94 años en dificultades: estaba obligado a tener que trabajar en los campos, de 10 a 12 horas al día, para poder comer. La mujer, conmovida por su historia, utilizó las redes sociales para solicitar ayuda.
Karla Patricia Obil Mayoral/Facebook
Este señor se llama Gregorio, llamado también Don Goyo, y vive en México en el barrio de López Portillo. Tiene una humilde casa, sin electricidad ni piso, y duerme en una hamaca inestable y para nada cómoda. Cada día, Don goyo, a pesar de sus 93 años, sale de su casa para ir a un trabajo extremadamente cansador en los juncos. ¿Por qué un hombre anciano que necesita descansar está obligado a ir a trabajar?
Karla Patricia Obil Mayoral/Facebook
Los hijos lo abandonaron y Don Goyo se ve obligado a ir a los campos para cortar las cañas de azúcar. Sin embargo, el hombre, tiene dificultades de movilidad: se cansa estando de pie, debido a un problema en la columna vertebral y debe necesariamente agarrarse a un viejo bastón.
Karla Patricia Obil Mayoral/Facebook
Un día una mujer llamada Karla Patricia Obil encontró al hombre: sin zapatos, cansado, con el rostro triste y la espalda encorvada. La mujer cuenta haberle ofrecido un vaso de refresco. El hombre aceptó y mientras descansaba, le contó su historia. Dijo que vive solo y que los hijos viven muy lejos y ya nadie lo visita. La mujer, conmovida, entendió que debía ayudarlo, ya que es inaceptable que un hombre en sus condiciones y con su edad continúe trabajando. Entonces compartió su historia en las redes sociales, esperando recibir ayuda para poder mejorar las condiciones de vida del anciano señor.
Karla Patricia Obil Mayoral/Facebook
Las solicitudes de ayuda rápidamente fueron recibidas: miles de personas se mostraron dispuestas a cuidar del señor como si fuera su padre. La vida de Don Goyo en muy poco tiempo ha mejorado: siempre tiene a alguien haciéndole compañía, hace fisioterapia para mejorar las condiciones de su espalda y encontró nuevamente la sonrisa. El hombre, agradecido a la mujer y a todas las personas que cotidianamente le regalan tranquilidad, encontró una persona capaz de poder cambiarle la vida. Ahora puede comenzar a disfrutar la vejez que nunca había vivido.